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Infojus Noticias

25-3-2015|13:24|24M Nacionales
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Con la plaza cerrada, marcharon por las calles

Rosario: Joan Manuel Serrat acompañó a las Madres

Más de veinte mil personas se movilizaron ayer en Rosario, a pesar del mal tiempo. La multitud pasó ante los tribunales federales donde se condenó a los genocidas. Además, se esparcieron las cenizas de Marta Diez, en un árbol frente a la casa donde vivió.

  • Hector Río
Por: Silvina Tamous, desde Rosario

Fue una marcha distinta a otras del 24 de Marzo en Rosario. La lluvia nunca cesó y miles de paraguas, muchos de ellos comprados en las esquinas de las peatonales, se chocaban con las pancartas de las organizaciones. La plaza San Martín, lindera con el edificio de la Gobernación y con el ex centro clandestino de detención donde hoy se levanta el Museo de la Memoria, permaneció cercada: la están remodelando. Entonces los manifestantes ganaron desde la tarde las calles laterales y a las seis comenzaron a marchar.

Dos de las tres Madres de la Plaza 25 de Mayo que siguen en pie, Elsa Chiche Massa y Norma Vermeulen, esperaron la marcha en el Monumento a la Bandera, donde empezó el acto. Además de familiares, ex detenidos políticos y organizadores, las esperaba Joan Manuel Serrat que hoy brindará un recital en la ciudad. Habló con ellas y hasta les pidió que se cuidaran del frío. Chiche Massa respondió: “No nos queda otra, yo tengo 90 años”.

Ema Lucero, que estuvo detenida en la cárcel de Villa Devoto, abrazó al Nano sin pausa. Lo había conocido en la cárcel, cuando él visitó a una de sus compañeras presas. “Yo estaba en la celda de enfrente”, contó Lucero. Después, en 1984, lo había encontrado en un bar, debajo de la Bolsa de Comercio de Rosario, y le había pedido su firma para un petitorio por los compañeros desaparecidos. Lo volvió a ver en el Museo de la Memoria. “El abrazo fue más fuerte y más largo”.

El día que Marta volvió a casa acompañada por miles

Las más de veinte mil personas que conformaron la marcha, pasaron por los tribunales federales, donde se realizaron seis juicios. Condenaron a genocidas que hasta años atrás caminaban por la calle sin problemas. Las murgas, los redoblantes, los cánticos, nunca cesaron. La marcha una vez más fue alegría. El momento más emotivo se vivió al pasar por la calle Buenos Aires, entre Rioja y San Luis. Graciela Diez, una de las militantes del Espacio Juicio y Castigo, dejó la primera línea de la marcha, se detuvo y esparció las cenizas de su hermana en un árbol plantado en la puerta de su casa. “Marta, volviste a casa”, gritó. Y todo fue llanto, aplauso, emoción. Las cenizas no volaron, se adhirieron a la tierra mojada y una lluvia tenue, que nunca cesó, parecía arraigarla más fuerte a la tierra para que quedara allí. Marta Diez fue una de las personas identificadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense hace menos de un mes, en una fosa del cementerio La Piedad.

 

"Un rompecabezas con mi cara"

El acto estuvo liderado por el militante de H:I.J.O.S, Juane Basso. El documento, que se consensuó colectivamente, fue leído en esa clave: unos párrafos en boca de las Madres yotros por integrantes de Hijos. Antes, Norma Vermeulen compartió un poema que reivindica la memoria y la lucha. Y después, inició la lectura del documento. “Es un homenaje a la lucha de 30 mil desaparecidos, de una generación que militó por los intereses de las clases populares, de la clase obrera. Ellos querían un país sin pobreza. El golpe interrumpió la valiosa trama social que habían construido a pesar de los sistemáticos golpes que sufrió el país”.

La marcha se hizo un día después de que el gobierno de la provincia entregara en un acto los expedientes de la dictadura. Stella Hernández, secretaria de Organización del Sindicato de Prensa Rosario y miembro de la CTA, llegó temprano a la marcha, con la emoción a flor de piel de la jornada previa: había tenido en sus manos el expediente de su detención, cuando era una adolescente de 17 años. “Fue muy fuerte ver la foto. Se ve que la habían roto y después la rearmaron. Un rompecabezas con mi cara”. En su memoria, el día de ayer probablemente quedará signado por el reencuentro con sus compañeros. No dejaban de cantar: “Somos la gloriosa juventud peronista”. Para otros, esos papeles significaron encontrarse con un padre que casi no conocieron, o con el rostro de un hijo parecido al que tenía la última vez que lo vieron.

ST/MEL

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