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28-5-2015|9:58|Caso Katherine Nacionales
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Monte Hermoso: escenas de un crimen de pueblo chico

Katherine pasaba las tardes hamacándose en una plaza del barrio, con la música del celular a todo volumen. Daiana, su mejor amiga, habló de una trama de celos que ya estaban superados. El fiscal cree que tiene elementos para inculpar a las chica de 24 años, pero la familia de la víctima habla de ella con cariño. "Nos ayudó a buscarla", dice la abuela de la víctima.

  • Horacio Culaciatti
Por: Sebastián Ortega, desde Monte Hermoso.

Marta Mesa se enteró de la desaparición de su nieta Katherine Moscoso, de 18 años,  el domingo 17 al mediodía.  Lo hizo cuando habló con Daiana, la mejor amiga de la chica y hoy la única detenida por el asesinato.

-Hola, Marta, ¿Kathy fue a dormir a tu casa anoche?

-No, Dai, ¿no se quedaba a dormir con vos?- se sorprendió la mujer de 64 años.

Faltaban seis días para que el cuerpo apareciera enterrado en un medano de la ciudad balnearia de Monte Hermoso, en el sur de la provincia de Buenos Aires. Aun los vecinos no habían linchado a uno de los sospechosos ni habían incendiado la comisaría, el municipio y otros edificios públicos. Y Daiana, la mejor amiga de Katherine, de 24 años, todavía no había sido acusada por la Justicia como la autora material del crimen.

El domingo, cuando recibió el llamado, Marta pensó que su nieta podía haberse ido con un chico y salió a buscarla con un grupo de familiares. Por la noche, Daiana se sumó a la búsqueda. “A la madrugada hicimos la denuncia en la comisaría. Después fuimos en un patrullero a la casa de Dai para llevarla a declarar. Antes de salir ella se dio vuelta y le dijo a alguien: 'ya vuelvo'. No se quien estaba ahí, supongo que era el novio”.

El novio de Daiana es Guillermo “Pemo” Moyano, un joven albañil que estudiaba en una escuela nocturna de Monte Hermoso. Los vecinos de Monte Hermoso que lo conocen dicen no saber dónde está ahora el joven. Algunos dicen que después de los desmanes se fue del pueblo y se alojó en la casa de un familiar en una ciudad cercana. El noviazgo fue breve: apenas un mes y medio. Según ella, se pelearon cuando una amiga le contó que lo vio besándose en un medano con Katherine. La chica asegura haberlos perdonado. Con el novio siguió manteniendo una relación más informal: se veían los fines de semana y él se quedaba a dormir en su casa.

Cuando la llevaron a la comisaría, Daiana contó lo mismo que le había dicho a Marta esa tarde. Que el sábado Katherine estuvo en su casa, se cambió la ropa y se fue al boliche. Repitió esa versión una semana después ante el fiscal Mauricio del Cero, en la sede judicial de Bahía Blanca. El fiscal no le creyó. Al menos cuatro vecinos de la cuadra declararon haber visto a la víctima en el barrio el domingo a la tarde. Hablaron de una fiesta con música fuerte en la casa de “Canini” González, en la que participaron el hombre y las dos jóvenes.

Sábado por medio, Kathy iba a bailar al boliche Arena, en el centro de Monte Hermoso. Algunas noches la acompañaban sus amigas. Otras veces iba sola. “Si fuera por ella hubiera ido todos los fines de semana, pero a mi no me gustaba mucho el boliche”, explica Marta. El sábado 16 de mayo, la chica no tenía permiso para salir. Para eludir la prohibición, metió una muda de ropa en un bolso y se fue a lo de Daiana, que vivía sola en un departamento de Madryn al 900 que le alquilaba a Juan Carlos “Canini” González. El hombre, de 70 años, vivía al frente, en una casa de rejas verdes y techo a dos aguas en la que Katherine y Daiana pasaban muchas tardes mateando o tomando los helados que él les compraba.

Los investigadores creen que la chica no pudo haber actuado sola. El fiscal asegura tener elementos para sostener la imputación de homicidio simple contra Daiana. Si bien la autopsia determinó que la chica fue enterrada viva y murió por asfixia -después de recibir golpes con un palo o un hierro en la cabeza- el estudio no pudo determinar si la escena primaria del crimen es el lugar donde encontraron el cuerpo o si la mataron en otro lado y luego lo trasladaron hasta los médanos. Por eso ordenó que se estudien las uñas de la víctima, la arena hallada en los pulmones y que se realice un estudio entomológico para saber, a partir de las larvas, la fecha exacta de muerte.

El otro sospechoso, “Canini” González, nunca llegó a declarar. Un grupo de vecinos, entre los que se estaba Alexis Banegas, primo de Katherine, fueron hasta la casa del hombre y lo interceptaron cuando intentaba escapar en una Fiorino blanca. Su hermano Rubén y cuatro policías de civil intentaron frenar a la turba pero no pudieron. Rompieron los vidrios, lo tiraron al piso, lo pisaron con un auto y le pegaron piñas y patadas. Murió unas horas después en el hospital.

Del Cero también lleva adelante -hasta que reasuma en sus funciones el titular de la UFIJ 5, Christian Long- la investigación por la muerte de “Canini” González. A partir de un video que filmó un vecino, el funcionario judicial ordenó la detención de siete personas. Cuatro de ellos, entre los que está el primo de Katherine, ya fueron capturados e indagados. Los otros tres están prófugos.

La chica que se hamacaba

Katherine pasaba las tardes hamacándose en la plaza a la vuelta de su casa. Se quedaba sola durante horas, escuchando música en el celular. “En el verano le gustaba quedarse hasta tarde, y yo tenía que salir a buscarla”, cuenta la abuela. Marina, usa de sus primas,  la controlaba desde el balcón en el segundo piso de uno de los monoblocks, desde donde también se alcanza a ver la guardería donde trabajaba Daiana. Frente al fiscal, la chica no pudo dar muchos detalles de su trabajo.

-¿Cuánto cobra por su trabajo?- preguntó el funcionario judicial.

-No sé- respondió Daiana.

-¿Cómo pagaba el alquiler del departamento?

-Con plata.

-¿Y cuánto pagaba?

-No sé.

Marta  acaricia una de las pocas fotos que le quedaron de su nieta. La joven posa sonriente en el descampado frente a su casa del barrio Fonavi. El vestido rojo furioso contrasta con el gris y marrón de los monoblocks. Al fondo se lee: “Mercado el Obrero”. En esa casa de paredes despintadas, Katherine vivía con su abuela y dos tíos. La puerta de la casa permanece entreabierta. Vecinos y familiares entran sin golpear. Se turnan para no dejar sola a la abuela.

Una década atrás, cuando la mamá de Katherine se mudó a Coronel Dorrego -donde hoy vive con su actual pareja y los dos hijos de ambos, Juan, de 12, y Luciana, de 8- la chica y su hermana quedaron al cuidado de los abuelos. Marta y su esposo Mario Moscoso, que falleció hace dos años, criaron a las chicas como si fueran sus hijas. "Kathy sabía que él era su abuelo, pero igual le decía 'papá'", contó Marta.

Sentada en el living, la mujer recuerda las tardes en las que Kathy, Daiana y su hermana Rocío se juntaban a tomar mates alrededor de esa misma mesa: “Yo las escuchaba cómo se reían. Hablaban de los chicos que les gustaban, a veces se inventaban novios”.

Las tres chicas se hicieron amigas en la Escuela Especial 501 “Carolina Tobar García”. “Rocío tiene problemas madurativos más severos que la hermana. Es mucho más inocente y chiquilina, más transparente. Como Kathy”, cuenta Marta. Las dos hermanas dejaron el colegio hace algunos años. Kathy siguió cursando el secundario, le faltaban tres años para terminar. Dos o tres veces por semana, las maestras integradoras la llevaban a un taller de cocina. “Se estaba preparando para empezar a trabajar. A ella no le gustaba mucho la idea, porque era muy vaga, pero logramos convencerla”, relata la abuela. Después del fin de semana largo del feriado del 25 de mayo, la escuela decretó un asueto admnistrativo por dos días. “Cerramos por todo lo que pasó en el pueblo, hoy abrimos porque había una jornadas de capacitación”, contó una no docente.

Marina, la prima de Katherina, muestra dos fotos de Daiana en su celular. Todavía le cuesta creer que la chica que pasaba tardes enteras en esa casa de paredes despintadas del barrio Fonavi es la principal acusada del homicidio.

“Ella nos acompañó a buscarla. Incluso el lunes a la tarde estuvo en la marcha”, recuerda Marta, la abuela.La mujer de 64 años habla pausado. Cuando nombra a la mejor amiga de Katherine lo hace con cariño: le dice “Dai”. “El otro día mi hija me retó. 'Cómo le podés seguir diciendo así', me dijo. Y cómo la voy a llamar.  Estoy muy dolorida, lamento mucho si ella hizo algo por celos o si sabe algo y no lo dice. Pero si yo la quiero a la piba”.

SO/SH

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