Los distintos trabajos publicados en INFOJUS NOTICIAS hasta el 9/12/2015 expresan la opinión de sus autores y/o en su caso la de los responsables de INFOJUS NOTICIAS hasta esa fecha. Por ello, el contenido de dichas publicaciones es de exclusiva responsabilidad de aquellos, y no refleja necesariamente la posición de las actuales autoridades del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos respecto de los temas abordados en tales trabajos.

Infojus Noticias

16-6-2015|6:55|#Bombardeos Nacionales
Fue el primer bombardeo sobre una ciudad que no estaba en guerra

16 de junio de 1955: el día que bombardearon al pueblo

El objetivo del ataque que dejó 309 muertos y más de 800 heridos, era matar al presidente Juan Domingo Perón. Fue en el medio de un conflicto entre el Gobierno y la Iglesia que cerró filas con la oposición. El rol de los comandos civiles y la resistencia de los Granaderos.

  • Foto: Archivo General de la Nación.
Por: Martín Cortés

Hace 60 años quisieron derrocar, por segunda vez, al presidente Juan Domingo Perón. Al primer intento lo encabezó el general retirado Benjamín Menéndez en septiembre de 1951: falló por falta de apoyo en los sectores rebeldes. En junio de 1955, aviones de la Marina y la Fuerza Aérea bombardearon la Plaza de Mayo y sus alrededores: es, hasta hoy, el único bombardeo de la historia contra una ciudad que no estaba en guerra. El ataque dejó una cifra oficial de 309 muertos y más de 800 heridos, además de un gobierno peronista debilitado que se derrumbó meses después frente a una nueva sublevación. La Revolución Libertadora completó la tarea de  estrechar la participación popular alcanzada en los casi 10 años de peronismo.

El intento de golpe de 1951 tuvo lugar en medio de dificultades económicas, que se sumaban al descontento de algunos sectores producido por la reforma constitucional de 1949. El parque industrial provenía, en su mayoría, de la década del 30, por lo que eran necesarias inversiones. Al mismo tiempo, los precios agrícolas bajaban y así se dificultaba transferir recursos a la industria liviana, motor del crecimiento peronista. Para 1955, si bien el esquema macroeconómico no había cambiado, las variables comenzaban a recuperarse y se había desacelerado la inflación, que perjudicaba sobre todo a los sectores populares.

El bombardeo de junio debe ser explicado por razones políticas. Desde noviembre de 1954 el gobierno había entrado en un conflicto con la Iglesia católica, que había ayudado a Perón a llegar al poder en 1946. El conflicto deterioró el clima político y nucleó alrededor del clero a una oposición cada vez más recalcitrante a las políticas del peronismo. La doctrina social de la iglesia, a su vez, tenía mucho en común con la política peronista favorable a los sectores populares, por lo que el enfrentamiento generó resquemores al interior del propio movimiento. La manifestación de Corpus Christi, el 11 de junio de 1955, reunió a casi 250.000 personas en torno a la Catedral metropolitana, y en los días siguientes hubo disturbios en las calles de Buenos Aires.

Durante la manifestación se quemó una bandera argentina luego de ser reemplazada por otra del Vaticano. La oposición consideraba que el gobierno intentaba ‘peronizar’ a la sociedad, lo cual incluía sus símbolos patrios, y ello le servía para esgrimir las acusaciones de totalitarismo contra Perón que eran comunes desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Este hecho anecdótico provocó que el gobierno organizara un acto de desagravio a la bandera para el 16 de junio siguiente, que se abrió como una oportunidad para los conspiradores de la Marina, quienes decidieron lanzar el golpe sin apoyos confirmados del Ejército al enterarse de que sus planes ya eran conocidos por el gobierno.

Matar a Perón

Ese jueves, el capitán Néstor Noriega, al mando del operativo, se levantó a las cuatro de la mañana. Sabía que el servicio meteorológico pronosticaba lluvias y nieblas que dificultarían la operación, pero decidió seguir adelante. El centro de operaciones era la base naval de Punta Indio, y también se contaba con tomar el aeropuerto de Ezeiza, recientemente inaugurado, y sublevar la base de Morón, que era la más cercana al centro y, por eso, una amenaza para el éxito del plan. También se contaba con el apoyo de comandos civiles, que desde la mañana miraban vidrieras y tomaban café en los bares del microcentro a la espera de  órdenes. Cuando la aviación destruyera la Casa Rosada –esto no debía tomar más de tres minutos-, los comandos entrarían con la ayuda de infantes de marina y matarían al general Perón.

Pero la niebla imposibilitó un ataque a primera hora de la mañana. Noriega decidió esperar, confiado en que el clima se compondría. En el medio, el general Franklin Lucero, ministro de Guerra de Perón, informó al presidente sobre movimientos de tropas y lo invitó a seguir los acontecimientos desde la sede del Ministerio. Poco antes del mediodía, los comandos civiles se habían dispersado: sólo uno llegó a tomar Radio Mitre y obligó al locutor a leer una proclama que daba por muerto a Perón: “Argentinos, argentinos, escuchad este anuncio del Cielo volcado por fin sobre la Tierra. El tirano ha muerto. Nuestra patria desde hoy es libre. Dios sea loado”.

A las 12, veintiocho aviones despegaron de Punta Indio. Cada uno llevaba dos bombas. Noriega tiró la primera de las veintinueve que caerían sobre Casa de Gobierno. Este primer proyectil, que llevaba 110 kilos de explosivos, cayó sobre una cocina de servicio del edificio presidencial y mató a dos ordenanzas. También derrumbó parte de la sala de prensa y obligó a los periodistas a refugiarse en un túnel.

El ataque tuvo varias oleadas, durante las cuales se arrojaron entre 9 y 14 toneladas de explosivos. Se bombardeó la Casa de Gobierno y el Ministerio de Marina: la franja comprendida por las avenidas Leandro Alem, Madero, Corrientes y Rivadavia parecía una zona en guerra. También cayeron bombas sobre el Departamento de Policía, la CGT y la casa de Perón, el palacio Unzué, donde hoy se encuentra la Biblioteca Nacional. Pero la concentración popular en la Plaza de Mayo no sólo fue bombardeada: los 28 aviones atacantes, a los que luego se sumaron 6 más, también dispararon con sus ametralladoras contra la gente. Uno de los pilotos golpistas, Guillermo Palacios, llegó a derramar 800 litros de combustible auxiliar sobre los autos incendiados de la Casa de Gobierno. Nadie se lo había ordenado: años después, declaró que “fue una demostración del odio, de la reacción desatada por las medidas que agobiaban al país”.

La resistencia de los Granaderos

El intento de golpe de junio contó con otra resistencia inesperada: el regimiento de Granaderos, guardia personal del Presidente que defendió la Casa Rosada con fusiles Mauser de principios del siglo XX. Después de todo era su trabajo. Los posteriores golpes aprendieron de este hecho: para evitar poner en aprietos nuevamente al regimiento, los ideólogos del golpe de 1976 orquestaron una operación para sacar a la presidenta Isabel de Martínez de Perón de la Casa Rosada y detenerla sin resistencias.

Aunque la violencia política no era nueva en el país, el bombardeo a Plaza de Mayo mostró que ésta había alcanzado un umbral de odio y desprecio que dejaba al país al borde de la guerra civil. Este hecho, así como los fusilamientos de 1956 tras el golpe fallido del general Valle, mostraron hasta dónde iría la clase dirigente para sacar al peronismo del poder primero y, luego, para extirparlo de la sociedad.

MC/LC

Relacionadas