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Infojus Noticias

24-8-2015|21:10|ESMA Nacionales
La exposición de alegatos sigue el miércoles

“Sin Inteligencia no habría existido el plan sistemático que perpetró el genocidio”

Lo dijo la fiscal Mercedes Soiza Reilly a Infojus Noticias. En los alegatos del tercer juicio oral por los crímenes cometidos en la ESMA, la fiscalía volvió a poner el foco en cómo funcionó el aparato de Inteligencia dentro de la Armada. “Los enlaces entre el SIN y la ESMA fueron sistemáticos dentro del plan de exterminio. La planificación del horror fue absoluta”, relató.

  • Ilustración: kitsch.
Por: Juan Manuel Mannarino

En los alegatos del tercer juicio oral por los crímenes cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), la fiscalía volvió a poner el foco en la inteligencia interna. “Fue un eslabón clave del funcionamiento represivo y evidencia un hecho central: sin inteligencia no habría existido el plan sistemático que perpetró el genocidio”, dijo la fiscal  Mercedes Soiza Reilly a Infojus Noticias. La fiscalía continuó con el detalle probatorio de cómo operó una "empresa criminal conjunta" en la que "todos cumplieron su rol". La exposición continúa el miércoles.

La ESMA fue el centro clandestino más grande del país y donde se planificó la arquitectura del horror con epicentro en la ciudad de Buenos Aires. La enorme cantidad de hechos, las 789 víctimas y los 67 marinos y civiles acusados, dieron una dimensión del genocidio que, en dos años y medio de audiencias, evidenció una maquinaria siniestra como pocas en el país.

La Armada tenía un Estado Mayor General compuesto por cuatro divisiones: Inteligencia, Operaciones, Personal y Logística. Inteligencia era el lugar de asiento de la Jefatura de Inteligencia Naval (JEIN). De ella dependía a su vez, el Servicio de Inteligencia Naval (SIN), encargado de recolectar información.

A partir de 1975, esa estructura empezó a tener un vínculo directo con la ESMA. Ese año, se publicó el plan de operaciones secreto de la Armada conocido como Placintara/75 con una doble función: una, para los tiempos de paz –institucional-; y otra, para lo que ellos llamaron los tiempos de guerra –operativa-. El Placintara dividió a la Armada en once Fuerzas de Tareas, divididas a su vez en Grupos de Tareas. La Fuerza de Tareas 3 o Agrupación Buenos Aires tenía jurisdicción sobre la ESMA, que era el GT 3.

“Probamos una relación funcional de la inteligencia naval con las fuerzas de tareas. Se compartía la comunidad informativa”, dijo la fiscalía y precisó un rol clave en la cadena de mando: los oficiales de enlace. “Había un intercambio fluido de inteligencia y los oficiales tenían una función determinante, porque se encargaban no sólo de hacer los puentes sino también de actualizar la información de los detenidos. Por ejemplo, la que salía de los interrogatorios se sumaba al legajo de cada secuestrado, en la ficha donde estaban sus antecedentes personales y de filiación. Eso llegaba hasta los jefes, nunca fue algo improvisado”. Además, los oficiales de enlace fueron “esenciales para cumplir las tareas represivas”.

Los engranajes de la inteligencia, según la fiscal, estaban tan aceitados que no permitían ningún margen de error. “Los enlaces entre el SIN y la ESMA fueron sistemáticos dentro del plan de exterminio. La planificación del horror fue absoluta y lo que se notó es que los represores querían tener todo controlado para después poder eliminar cualquier prueba que los incriminara”, describió.

El SIN, además, tuvo un rol fuera de la ESMA: pedía información de operativos a otras dependencias. “Una vez se pidió datos de un secuestro a la DIPPBA que involucraba a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) en La Plata –explicó-. Eso demuestra la relación no sólo con el grupo de tareas interno sino también con fuerzas externas. Los que hacían inteligencia tenía una alta carga horaria y una tarea exclusiva”.

Soiza Reilly hizo mención a la condecoración de la Armada al Grupo de Tareas 3.3, liderado por el temerario Jorge “Tigre” Acosta. Allí también se destacaba Raúl Enrique Scheller, que fue un oficial de Inteligencia dentro del grupo. En los sótanos del centro clandestino lo conocieron como “Mariano” o “El Pingüino”. Los sobrevivientes lo recordaban como un violento torturador. Estaba siendo juzgado por 150 casos de secuestros, tormentos y asesinatos. Hace unas semanas murió en la cárcel de Marcos Paz.

Uno de los sobrevivientes más famosos, Víctor Basterra, lo mencionó entre el puñado de marinos que en el ocaso de la dictadura militar integró el “Copece”, que fue el centro de documentación encargado de destruir la información. “A mediados de ese año, llegó una especie de Comisión ahí a la ESMA, integrada por González Menotti, Scheller, Acosta y no recuerdo quién más. Y se pusieron a trabajar durante tres meses, limpiando, o sea desbrozando toda la documentación que tenían y microfilmándola, luego decidieron quemar todo lo que había”, dijo Basterra en los Juicios por la Verdad.

El ex detenido, que estuvo secuestrado en la última etapa e integró el staff de la ESMA sometido a trabajo esclavo, dijo que “dos o tres suboficiales de Inteligencia” subieron libros y documentación personal en camiones y lo llevaron seguramente al campo de deportes donde solían prender fuego. “Los represores no querían dejar ningún resabio de sus tareas, porque sabían que su poder tenía límites, pero no pudieron destruir todo”, dijeron desde la fiscalía.

JMM/RA

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