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Una historia calcada de otras: un hogar con niños chicos, un padre que pensando en protegerlos compra un arma, un momento de descuido y niños muertos. Ayer al mediodía un hermanito de 10 años disparó por accidente una pistola Bersa de 9 mm y mató a su hermano de 6, Juan Ignacio. La bala le atravesó el tórax y siguió su camino hasta la beba de seis meses, Kiara, que está internada con pronóstico reservado.

Según estudios elaborados por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la Argentina más del 60 por ciento de las muertes por arma de fuego se producen en situaciones de conflictos interpersonales o accidentes caseros.

Los vecinos del barrio Santa Teresita, de Las Heras, escucharon el estruendo y vieron al nene salir con la beba en brazos pidiendo auxilio. Los chicos estaban solos porque el padre estaba trabajando como celador en la escuela donde la mamá fue a buscar a la nena de 5, que estaba en el jardín. El comisario de Las Heras, Miguel Pastor, indicó a la prensa que “Por el lugar iba pasando un móvil policial cuando fueron avisados por los vecinos” de lo que había ocurrido y “después llegaron los padres”. Los menores baleados fueron llevados  distintos hospitales, el de 6 al Ramón Carrillo y la nena al Humberto Notti.

La policía científica comenzó ayer a peritar el lugar. La causa estuvo primero a cargo de la fiscal Virginia Rumbo, que envió a una de sus ayudantes al hospital Carrillo para supervisar el trabajo forense que se realizaba sobre el cadáver del menor. Ahora es el fiscal Penal de Menores mendocino Gustavo Farmache, quien seguirá el caso. La familia está recibiendo asistencia psicológica, sobre todo el nene de 10.

Sin armas en las casas

La Justicia deberá determinar la responsabilidad que le cabe al padre, propietario del arma, por dejarla al alcance de los hijos. El Registro Nacional de Armas (RENAR) recomienda para quienes tienen armas en el hogar que todos los miembros de la familia “conozcan los rudimentos en materia de seguridad con armas de fuego”.

También que se evite “despertar la curiosidad de los niños” y no dejar “al alcance de ellos las armas que posee o sus municiones”, además de explicar los riesgos que acarrea su uso. Finalmente indica: “Guarde su arma de fuego, descargada y separada de su munición, en un lugar seguro bajo llave; preferentemente en una caja fuerte”.

El programa nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego recolectó 151.174 armas y 1.201.086 municiones, desde el año 2007. En 2013, se recolectaron y destruyeron 61.693 armas. La experiencia argentina es reconocida internacionalmente por emplear un método no contaminante y por eliminar el 100 por ciento del material. El plan vuelve inútiles a las armas con una prensa hidráulica para luego destruirlas en actos públicos.

A partir de la implementación del Programa, la tenencia de armas se redujo en un 45 por ciento y la portación, en un 92 por ciento.

“¿Sos un asesino?, entonces desármate”

Entre 2000 y 2001 la provincia de Mendoza fue pionera en políticas de desarme voluntario. La campaña tenía consignas fuertes: “¿Sos un asesino?, entonces desármate”, “Una sociedad armada es una sociedad enferma”, “El que tiene un arma está dispuesto a matar”. Trabajó simultáneamente con escuelas, clubes deportivos, centros culturales, gremios y, además de recuperar armas de fuego, recolectó juguetes bélicos que fueron destruidos.

Según trascendió el padre de los niños había comprado el arma hacía pocos meses. La seguridad y el cuidado de la población también implican su desarme. Según las estadísticas disponibles, quien adquiere un arma por temor a ser víctima de un delito lo hace desconociendo que la mayoría de esas armas terminará matando o hiriendo a un miembro de su familia en un accidente, que será usada en una discusión con alguien del vecindario, o como juguete mortal en manos de niños o adolescentes. Además, muchas de las armas en manos de la delincuencia fueron robadas primero de un hogar.