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Infojus Noticias

21-2-2014|8:05|Narcotráfico Santa FeProvinciales
La causa ya acumula más de 900 fojas

La ingeniería judicial que permitió acorralar a la banda Los Monos

El fiscal la bautizó como la “causa más importante de los últimos veinte años en Rosario”. El juez de ese expediente dio ayer un gran paso: procesó a 36 personas. Son miembros del grupo narco que maneja la droga en la zona sur y oeste de la ciudad y policías que les daban protección. El núcleo central de la investigación: 1.500 intervenciones telefónicas.

  • El ex líder de Los Monos, Claudio “Pájaro” Cantero, fue asesinado frente a un boliche.
Por: Laureano Barrera

Rosario se ha convertido en los últimos tiempos en un lugar hostil: una tierra poblada por bandas de narcotraficantes que se disputan las plazas de venta sin ahorrar en balas. La guerra narco hizo que el año pasado la tasa de homicidios de la ciudad portuaria triplicara la media de otras como Buenos Aires y Córdoba. Esa administración mafiosa de la violencia, en los últimos años, estuvo lejos del alcance de la justicia. A partir de ayer, en un escrito que entre cuerpo central y anexos acumula unas 900 fojas, parece haber comenzado a cambiar.

Los setenta cuerpos más valiosos de la historia judicial de Rosario –más de 14.000 fojas- descansan ahora sobre un escritorio del juez Juan Carlos Felipe Vienna. El magistrado procesó por múltiples delitos a 36 personas –entre civiles y policías-, la mayoría por integrar la banda de “Los Monos”, señalada como la banda que manejaba la droga en la zona sur y oeste de Rosario. El fiscal de Cámara rosarino, Guillermo Camporini, los bautizó como la “causa más importante de los últimos veinte años en Rosario”.

La familia Cantero está señalada como la célula que conduce la banda, que contaba con la participación activa de más de una decena de policías rosarinos, federales y de Prefectura. Ariel Máximo Cantero, el jefe de hogar, está prófugo. Su esposa, Patricia Celestina Contreras, y sus hijas Macarena y Yoana, fueron procesadas junto a otros hombres de confianza como Carlos Fernando “Chino” Fleitas.

De los 36 procesados, 32 fueron acusados de conformar una asociación ilícita, dedicada a cometer delitos que van desde las amenazas, el sicariato, la venta de protección, los homicidios hasta el tráfico de drogas.

La banda de Los Monos entró en la mira de la justicia hace un año y medio, con un crimen silencioso. Un sábado de septiembre de 2012, a la hora de la siesta, “El Fantasma” Martín Paz fue sorprendido a bordo de su BMW cupé blanca por un hombre sobre una moto negra. Se apareó a su auto en el semáforo y abrió fuego. El Fantasma logró arrancar pero el sicario había dado en el blanco: después de hacer tres cuadras en zigzag chocó contra tres autos estacionados. Estaba con su mujer y su hijo de dos años. Cuando llegó la ambulancia el Fantasma ya estaba muerto.

La investigación

El crimen del Fantasma no tiene aún responsables. Se dijo que podía ser un ajuste de cuentas de la banda de los Garompas, que dominaban el oeste rosarino, pero también era factible –por dichos de testigos- un escarmiento del propio clan de los Cantero por un vuelto que había malogrado. Ese crimen, desató una cadena del mismo tenor: ocho meses después fue asesinado Claudio “Pájaro” Cantero frente a un boliche de Villa Gobernador Gálvez.  Hubo otras caídas con la marca de la mafia: Colazo, Demarre, César y Alomar; la muerte de Arturo "Carau" Quevedo, en la puerta de su casa en Villa Gobernador Gálvez, y la de Roberto del Valle Padilla Echagüe, alias "Tuerto Boli", mencionado como narcotraficante en el noroeste.

A mediados de 2013, cuando las desgrabaciones telefónicas empezaron a develar la magnitud y el poder de Los Monos, los investigadores abocados a la investigación pidieron refuerzos. En junio le asignaron más empleados al juez Vienna, y en agosto les dieron cuatro secretarios que actuaron como fiscales adjuntos a Camporini y Herrera. Eso les permitió seleccionar y controlar mejor los allanamientos, y acumular asesinatos que tramitaban por separado en otros juzgados, para ver la trama completa.

“Controlaban los territorios, y también amenazaban a vecinos para que abandonaran las casas y allí vendían drogas o escondían armas”, contó una fuente judicial a Infojus Noticias. A lo largo del proceso, secuestraron drogas, armas, vehículos de alta gama que no podían justificarse. Los investigadores se toparon, como nunca antes, con escenarios raros: “Abrías la puerta de una casa que parecía sencilla, y te encontrabas en el centro de manzana con una mansión”.

Las escuchas

Está claro que el núcleo vital de la pesquisa son las más de 1.500 intervenciones telefónicas, que el juez considera “sin duda, la prueba más importante, la más directa, la más compleja”. Después del asesinato del Fantasma, su padre contó en la justicia que administraba parte de los dividendos provenientes de la droga. Vienna, junto a las fiscales de grado Adriana Camporini y Cristina Herrera, decidieron entonces monitorear sus comunicaciones telefónicas. En mayo de 2013, durante un mes, se intervino sus números entrantes y salientes. Usaron las transcripciones preliminares de la policía, y volvieron a las grabaciones originales cuando las consideraron importantes. Así fueron tejiendo una idea que les dio “una visión bastante completa del funcionamiento de la organización investigada”, según los términos del auto de procesamiento.

Para Carlos Varela, el abogado de la familia Cantero, la validez probatoria de esa prueba no es tan contundente. “No está probado que fueran ellos, no se hicieron pericias de voces. Hay como 1.500 comunicaciones. Pero incluso si fueran ellos, el análisis sobre las conversaciones del juez es conjetural. Son indicios anfibológicos, no unívocos”, dijo a Infojus Noticias. Había en los diálogos interceptados algo usual en este tipo de actividades, un dialecto encriptado: se hablaba de drogas, de armas y de asesinatos con eufemismos.

Las escuchas fueron claves, además, para determinar los escalafones en la banda y el rol de la policía: “apreciar con claridad el núcleo de jefes de la organización (“Guille”/”El Tarta”, “Cele”/”Celestina”, “Monchi”/”Machuca” y “Pájaro”), un grupo de integrantes de segunda línea -visualmente por debajo del grupo antedicho-, y el grupo de los empleados policiales”, se lee en la resolución a la que tuvo acceso Infojus Noticias.

La policía

“Lo más triste y al mismo tiempo, lo más importante de esta causa, es que se consiguieron pruebas concretas de algo que ya se sospechaba: los vínculos entre el crimen organizado y algunos miembros de las fuerzas de seguridad”, confía a este portal uno de los funcionarios judiciales que los siguió más de cerca. A lo largo de la pesquisa, Vienna fue recurriendo a distintas unidades policiales: la División Judiciales de la policía provincial, las Tropas de Operaciones Especiales (TOE), y hasta la División Seguridad Personal. “A veces, una fuerza pedía un allanamiento a una casa o a un kiosco de drogas, y se le encargaba a una fuerza distinta”, agrega el investigador.

Pero ni todos los recaudos impidieron algunas frustraciones. “A veces llegábamos a un lugar, encontrábamos drogas o armas, pero nos dábamos cuenta que se habían escapado un momento antes”. Con las escuchas telefónicas, surgió claramente la relación entre algunos miembros de la policía y los narcos: “Monchi” Machuca –hoy prófugo- y Mariano Hernán Ruiz –presunto operador financiero- Mariano Ruiz, eran los enlaces con los policías que integraban la banda.

El sargento Juan Marcelo "Chavo" Maciel, del área de Delitos Complejos del Ministerio de Seguridad de la provincia, fue descubierto en las conversaciones telefónicas pasando información al prófugo Ramón "Monchi Cantero" Machuca. Fue acusado por asociación ilícita, cohecho, violación de secretos, incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado. La misma acusación pesa sobre el ex secretario de la jefatura de la comisaría 15ª de la zona sur de la ciudad, Angel Albano Avaca.

También fueron procesados Omar Abraham Lescano, quien vendió una casa a los Cantero; el ex empleado del área de Inteligencia de Drogas Peligrosas Juan "Tiburón" Delmastro; el suboficial de la Unidad Regional II Eduardo Anacleto Enriquez; el cabo primero de la subcomisaría 2ª Diego Javier Cárdenas; el policía en disponibilidad Juan José Raffo; el efectivo de Inteligencia de Drogas de la Federal Waldemar Gómez; y el ex comisario de la Unidadad Regional XVII de San Lorenzo Sergio Blanche.

En la investigación no hubo policías encubiertos que se infiltraron en la estructura criminal de delincuentes y policías, pero sí dos testigos protegidos que contaron cómo operaba la banda por dentro, que sirvieron para corroborar la información que surgía de las escuchas.  

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