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Infojus Noticias

7-7-2015|18:10|Homenaje Nacionales
Protagonizó las obras más conocidas en el Teatro Argentino

“Pirucha”, la Madre que cantaba ópera y que no dejó de buscar a su hijo

Amneris Perusin Favero murió esta semana. Fue una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo La Plata. Su hijo Daniel Omar Favero, poeta y responsable de la JUP de esa ciudad, está desaparecido desde 1977. Los policías que participaron del secuestro fueron condenados, pero el caso de Daniel aún no llegó al juicio oral. Historia de una luchadora.

  • Fotos: FaceBook de Amneris Perusin Favero.
Por: Laureano Barrera

Las primeras reuniones de las Madres eran clandestinas, y se hacían en bares marginales o algún departamento vacío. En esos mitines discretos, Amneris Perusín de Favero cantaba. “Eso cuentan sus compañeras. Era su verdadera pasión”, dice en una conversación telefónica con Infojus Noticias Claudia Favero, la mayor de sus tres hijos. “Pirucha”, como todos conocían a Amneris, fue una talentosa cantante de ópera y una Madre de Plaza de Mayo de la primera hora en La Plata. Su hijo Daniel Omar Favero, poeta y responsable de la Juventud Universitaria Peronista, está desaparecido desde el 24 de junio de 1977, cuando lo secuestró una patota de la policía bonaerense al mando de Ramón Camps. El domingo pasado, y después de unos años de sufrir Alzheimer, Amneris se apagó: uno de sus primos hizo pública la noticia en el Facebook del Centro Cultural que lleva el nombre de su hijo ausente. Tenía 89 años y en su mundo cercano juran que dejó intacto el legado de su dignidad.“Esta mañana tiene los bolsillos vacíos, manos blancas y heladas, suspiros y veredas, bocacalles-soldados y una lluvia llorando la ceguera del cielo”. (Poema de Daniel Favero).

Amneris nació en 1925 en la ciudad de Tres Arroyos, en el seno de una familia politizada: la casa familiar era un ateneo de puertas abiertas, concurrido en charlas y discusiones -hoy es un centro cultural-, y sus tíos, que eran de izquierda, habían participado de luchas obreras. También su familia política conocía esos asuntos: Justo Nicolás Favero, el padre de su esposo, fue militante radical en tiempos de los conservadores y había estado preso. Pero aunque ella y sus dos hermanas vivían en una casa de ideas progresistas, sentía que no era lo suficientemente valorada como mujer. “Ella era muy de vanguardia como mujer, con una polenta especial para defender a su género”, cuenta su hija al otro lado del teléfono. Por eso, con sólo veinte años, convenció a sus hermanas y se mudaron a La Plata.

Las tres mujeres consiguieron trabajo en el prestigioso Teatro Argentino de la capital provincial. Amneris y Emilse entraron en coro. Aída, la tercera, en la administración. Amneris estudio canto lírico –llegaría a ser una cantante exitosa en la ciudad- y se las arregló para seducir a su futuro esposo, Omar, que también integraba la formación coral. “A ella le gustaba, le parecía lindo, inteligente, muy informado. En los descansos del ensayo llevaba crucigramas, se acercaba y le decía ‘Favero, mire cuál es ésta, la vertical’”, recuerda Claudia, la primogénita que llegó de aquél amor. Como luna de miel, mucho antes que los atravesara la violencia política, los recién casados viajaron a Bariloche en moto. En el Facebook del Centro Cultural Daniel Favero -fundado por familiares y amigos del militante el 29 de marzo de 2001-, y en el personal de Claudia, hay hermosas fotos en blanco y negro que documentan ese ayer. “A veces peleaban, también, porque los dos tenían personalidades fuertes. Mi papá no era machista, pero sí un poco autoritario. Y ella siempre defendió su autonomía”, agrega la hija mayor de la pareja.

Cuando sobrevino la dictadura, Daniel tenía 19 años, tocaba el piano, la guitarra, escribía poemas y era el responsable en la facultad de Humanidades de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Omar discutió con él sobre la peligrosidad de los militares. Pero el chico le respondía “que estaba preparado”.  

“Peleo porque tengo madre, padre, hermanos, y multitud de labios familiares al grito que reproduzco y amo y soy, como la música del aire entre las hojas del mundo, entre las almas”.(Poema de Daniel Favero).

En febrero de 1977, la tragedia se coló en la casa de los Favero. Claudia y Luis –el menor de los hermanos, militante del Partido Comunista- fueron secuestrados por la policía. Estuvieron cautivos diez días en los chupaderos del circuito Camps: Brigada de Investigaciones, Destacamento de Arana, Comisaría 5ta, y otra vez Arana, antes de ser liberados. “Pero a quién estaban buscando era a Daniel, nosotros éramos el señuelo. Mi mamá estuvo muy mal, con tratamiento psiquiátrico, no pudo soportar eso”, evoca Claudia.

El 24 de junio, pasada la medianoche, una patota de la Brigada de Investigaciones de La Plata que integraban los ya condenados Raúl Machuca, Julio Argüello y Mario Zita, irrumpieron en el departamento que ocupaban Daniel Favero y su pareja María Paula Álvarez en la calle 57 y se los llevó. Nunca más se supo de ellos. “Yo sospecho que hizo algo para no sobrevivir”, estima Claudia. Daniel había escrito unos meses antes un poema que sería premonitorio.

“El enemigo vino a buscarme a esta casa por orden del Señor, amo de este castillo que se cae en pedazos. Mandó su policía; fieras domesticadas que no saben por qué. Los que no saben nada, con mordazas y esposas; no me dejaron ver las paredes, los muebles ni tu fotografía… y era la última vez... y de un golpe me echaron hacia no sé dónde”. (Poema de Daniel Favero).

Aunque los policías que participaron del secuestro fueron condenados, el caso de Daniel aún no llegó al juicio oral. En 2002, cuando aún regían las leyes de impunidad, el fiscal Félix Crous lo llevó a Comodoro Py porque tenía mucha información para intentar probar la inconstitucionalidad de las normas. El año pasado –luego de un letargo en capital federal- volvió al TOF 1 de La Plata que preside Carlos Rozanski.

En el 1978, la fundadora de Madres de Plaza de Mayo en La Plata, Adelina Alaye, tocó el timbre de la familia Favero. “La invitó a participar de Madres. Ella tenía miedo de lo que nos pudiera pasar a nosotros, que nos volvieran a buscar. Pero finalmente en familia decidimos que tenía que ir”, dice Claudia. Muy amiga de Chicha Mariani y de Adelina, Amneris no era sin embargo una de las voces públicas de la organización.

En 1984, Claudia, Luis denunciaron en la Conadep y en todos los estrados judiciales que pudieron la desaparición de Daniel, y el hostigamiento anterior y posterior a toda la familia. “Habíamos estado en silencio mucho tiempo”, recuerda Claudia.

Aún después de la desaparición de su hijo, Amneris siguió presentándose en el Teatro Argentino. Protagonizó las óperas más conocidas: Otello, Madame Bauttefly, Aída. En los últimos años, Amneris enfermó de Alzheimer. Comenzó paulatinamente a perder la conciencia, y a caer en chispazos alucinatorios que la hacían viajar al pasado. “Siempre había que adivinar a quién había encarnado”, recuerda Claudia, con un tono nostálgico en la voz. Aunque la enfermedad fue un golpe duro para la familia, sucedió algo extraordinario: en sus lagunas, Amneris volvía siempre a pasados placenteros, donde aún Daniel no había sido el blanco de la policía criminal. “Sufrimos mucho, pero al mismo tiempo pasó algo extraordinario con ella: le devolvió a Daniel vivo. Lo que luchó lo luchó antes, y lo hizo a su manera”, concluye Claudia. Y agrega algo que le aliviana la pérdida: su madre, si es que eso es posible, “se fue muy en paz con el dolor”.

LB/RA

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