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Infojus Noticias

6-5-2014|18:40|Homenaje Nacionales
Homenaje a una militante popular

Nelly Ortiz, una fiscal implacable contra los delitos económicos

El matrimonio de Nelly Ortiz y Guillermo Díaz Lestrem tenía como referentes las instituciones de la Justicia. Ella fue fiscal, él defensor oficial. A los dos los desapareció y asesinó la dictadura. Gils Carbó la homenajeó ayer en la sede de la Procuración General.

  • Alejandra Gils Carbó nombró ayer como “Nelly Ortiz” al salón de la Procuración. Fotos: Gentileza Fiscales.gob.ar
Por: Vanina Escales

La procuradora general Alejandra Gils Carbó nombró ayer como “Nelly Ortiz” al salón de la sede de Avenida De Mayo 760. Fue en memoria de la fiscal desaparecida en la última dictadura cívico-militar. El acto era por el 1° de mayo, día de los trabajadores, y se decidió homenajear a la fiscal desaparecida. La procuradora saludó a “quienes cada día ponen en marcha la máquina y hacen que toda la institución funcione. Sin su vocación de servicio, la administración de justicia no sería posible”. Hablaron en el acto el ex procurador general Esteban Righi, el titular de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad, Jorge Auat y la diputada nacional Josefina Victoria González.

El 25 de noviembre de 1976 Nelly Ortiz salió de la casa que habitaba como Rosa Gallo y no volvió. Era militante de Montoneros y había logrado mantenerse en la clandestinidad ocho meses. La noche del 24 de marzo los militares subieron a la casa donde vivía con su esposo Guillermo “Chino” Díaz Lestrem, su hijo Martín, y Wenceslao Caballero, un joven que era como un hijo más, y se llevaron al Chino. Wenceslao no estaba.

Atrás había quedado su historia al frente de la Fiscalía Federal de Ushuaia a fines de los ‘50. A mediados de la década siguiente volvió a Buenos Aires, Martín era chico, tenía cuatro años. Desde esa niñez hasta los 13 años, cuando pasó a la clandestinidad con su madre, había tenido un amigo “carne y uña”. Nunca más lo volvió a ver hasta ayer en el acto. Al terminar se acercó y le dijo “Martín, soy Ariel” y se abrazaron. Ariel siempre había pensado que Martín también había muerto. En 1965, Nelly comenzó a desempeñarse como fiscal de primera instancia en el fuero Penal Económico.

La madrugada del golpe de Estado, y a las pocas horas de que se llevaran al Chino, Nelly le dio un bolso gris a Martín y le dijo: “Nos vamos. Llenálo con las cosas que creas necesarias. Tenés cinco minutos para hacerlo”. A partir de ahí, la clandestinidad. Martín, que tenía entre 12 y 13 años, rotó por una decena de casas durante ese tiempo. Se encontraba con Nelly una vez al mes, más o menos, en alguna plaza o café: “Nos despedíamos con un dolor enorme, sin saber si nos íbamos a volver a encontrar”. ¿Cómo vivieron la desaparición de los padres los hijos adolescentes?

Pero al final habían conseguido parar la trashumancia y un lugar para vivir los dos juntos. Un día Nelly salió a una cita y no volvió. Martín, siguiendo las instrucciones que le había dado su madre: abrió una caja de seguridad, hizo dos llamados “uno creo que era a la ‘orga’ y otro a una amiga de mi vieja”, recordó. Luego agarró un alhajero, un arma, documentos y plata. Volvió a armar el bolso gris con lo necesario y a la hora lo levantaron en Medrano y Corrientes.

Nelly “La Implacable”

En la nómina de desaparecidos aparece Nelly Esther Ortiz, “abogado”, “No. CONADEP 3741, Decl. No. 2701. No hay testimonio de su paso por un C.C.D.”. No la vieron en centros clandestinos pero a Martín le contaron que “la llevaron a la ESMA. Por lo que sé, logró zafarse de los que la llevaban y se tiró por una ventana. Se desnucó”. Un antecedente similar es el de Pilar Calveiro, que se tiró desde una ventana en Mansión Seré, después de días encerrada, y se quebró una pierna, un brazo, la nariz y un par de vértebras de la columna.

Nelly era rubia, muy bella. Su hijo Martín recuerda que le decían “La Implacable” luego de no cejar en la investigación de delitos económicos que involucraban a empresas millonarias. En alguna oportunidad, incluso, rechazó cifras con varios ceros que le ofrecieron para resignar la instrucción.

Entre las empresas que investigó estaba la poderosa Bunge y Born, Xerox y CAP, que era marca de los frigoríficos de la Compañía de Carnes Congeladas. CAP era marca líder en Europa y vendía productos elaborados a Estados Unidos a distribuidores que etiquetaban con otras marcas. 

En el acto de ayer se descubrió un mural del Colectivo Político Ricardo Carpani, donde la imagen de Nelly está junto a una Justicia que mira con los ojos abiertos. Su hijo Martín quedó entre sorprendido y emocionado. Fue con su hijo Tobías al acto. Ahora el salón de la Procuraduría lleva el nombre de su madre. Y otro, en la sede central de la Defensoría General de la Nación, el nombre de su padre.

Vieja polémica recuperada

En septiembre de 1992 la revista La Maga entrevistó a Julio César Strassera. Allí criticaba los nombramientos que se estaban haciendo durante el menemismo en el Poder Judicial, y hacía alusión a Juan Martín Romero Victorica. El entonces fiscal federal de San Martín respondió y el diario Página 12 reprodujo sus dichos: “Que Strassera venga a cuestionarme por mis antecedentes y mi carrera judicial es llamativo. Él es un hombre que está estrechamente ligado al riñón de Raúl Alfonsín; comenzó desde una posición absolutamente reaccionaria y gorila y fue amigo de Díaz Letrem, un hombre vinculado a la subversión”.

No hay peor defensa que un mal ataque. Lo que hizo nombrando al Chino Díaz Lestrem fue multiplicar sus críticos. Mario Gustavo Costa –juez hasta el 2006– fue el primero en contestar. Había sido juez de instrucción y fue cesanteado en abril de 1976 por el Decreto 186 de la Junta Militar. “Apreciado Potro”, comienza diciendo a Romero Victorica, “haber sido distinguido como amigo por el Chino fue y será para mí un motivo de orgullo y compromiso, que reivindico”.

Costa enumera las cualidades del Chino: “su enorme dedicación al servicio de Justicia, su capacidad que condimentaba con toques brillantes (...), su fe en las instituciones de la Constitución y el consiguiente rechazo al autoritarismo” y “el don de la ironía que matizaba con un sentido del humor formidable y, por fin, una conducta abierta y transparente, frontal, que signó su destino”.

Ayer en el acto, Righi dio fe de que fueron muchísimos los amigos de Díaz Lestrem que le rogaron, tras su salida de la cárcel, abandonar el país. Ruegos que no tuvieron eco. Martín, su hijo, recuerda los llamados telefónicos con amenazas al Chino, luego de la desaparición de Nelly.

Julio Maier también participó de la polémica y habló de la desbordante capacidad que tenía como abogado Díaz Lestrem. El abogado Osvaldo Acosta lo definió como “un hombre bueno”. Y cuenta en Página 12 del 26 de septiembreque el Chino había pasado varias sesiones de picana; los militares querían hacerle “confesar” su pertenencia a Montoneros. Dice Acosta “Yo imaginaba –y sabía– que su profunda eticidad le impediría hacerse cargo de lo que no le pertenecía como convicción política”. Unos días después salió en los diarios que habían encontrado su cuerpo en Palermo, lo habían asesinado el 20 de octubre de 1978. Acosta anota: “lloré de rabia, cuando leí que un fiscal de la Nación invocó su nombre para fines menores”.

El 29 de septiembre de 1992, finalmente, un grupo de amigos le hizo un homenaje al Chino en las escalinatas del Palacio de Justicia. León Arslanian dijo “vengo a rendir homenaje a un amigo que ya no está y no puede defenderse de los agravios”. Mario Landaburu habló entre lágrimas de los abogados que abrazan las causas populares. Las escalinatas estaban llenas de camaristas, jueces, fiscales y dirigentes gremiales. El repudio a Romero Victorica fue unánime.

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