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Es el primer menor de 18 años en alcanzar este derecho sin controversias

“Nací en el cuerpo equivocado: conmigo la cigüeña se equivocó”

Lo decía “Facha”, como le dice su familia, porque no se reconocía en el DNI que figuraba con su foto y nombre de nena. El martes el chico pudo acceder a un nuevo documento según su identidad autopercibida. Infojus Noticias entrevistó a su mamá, Bárbara. “Un hijo es un pedazo tuyo pero tiene que ser feliz con lo que él elija. No con lo que quieras que sea”, dice.

  • Bárbara prefirió resguardar su identidad y la del nene, para preservarlo. Fotos: Mariano Armagno.
Por: María Florencia Alcaraz y Matías Máximo

En un papel escribió un nombre de nene, fecha y lugar de nacimiento y se dibujó como varón. Se hizo su propio documento. “Facha”, como le dice su familia, no se reconocía en el DNI que figuraba con su foto y nombre de nena. “Yo no soy este”, decía el chico de diez años. El martes pudo acceder a un nuevo documento según su identidad autopercibida. Se puso gel en el pelo, se sacó la foto, apretó sus deditos en la tinta negra y firmó. Su mamá subió un mensaje para él en Facebook: “Gracias por ser tan valiente”.  Facha –lo llamaremos así para preservar su nombre- es el primer menor de 18 años en alcanzar este derecho, sin ningún tipo de controversia, en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires.

A Facha lo criaron en Barracas con todos mandamientos del deber ser nena. Bárbara M., su mamá, vende cosmética por catálogo y estudia corsetería. El papá es remisero. Hace diez años llegó a la familia la tercera y última de las mujercitas. Le pusieron un nombre femenino que ya todos olvidaron. Ahora Facha está en cuarto grado de una primaria pública y, según su mamá, en el boletín estuvo flojo en matemáticas. En su último cumpleaños eligió el Increíble Hulk para adornar todo.  

Sus hermanas hoy tienen 21 y 19 años. Las dos acompañaron desde un primer momento el cambio que comenzó mucho tiempo antes que el martes cuando fue al Registro Civil de la calle Uruguay al 700 a hacer el trámite del DNI.

— ¡Esos son botines! ¡No son de nena! —le recriminaba su madre cuando era más chico cada vez que iban a comprar zapatillas.

La primera señal fue la ropa. Cuando tenía dos años y medio su hermana mayor cumplió 15 y siguió el ritual del festejo. La más chica de la familia no quería vestido. Pedía una remera azul. “Nunca quería el rosa, no quería zapatillas con luces de princesa”, cuenta su mamá a Infojus Noticias. Hace tres años la escena de la fiesta y la ropa se repitió: tuvo la fiesta de su otra hermana. “Le pusimos un vestido y vos ves las fotos y tiene una cara de ´Qué porquería me pusieron´, recuerda Bárbara.

Después, fueron los juegos. Facha jugaba a la pelota con las cabezas de los bebotes de sus hermanas. Los veranos se los pasaba peloteando en la calle con su papá hasta las dos de la mañana. Como hincha de Boca su sueño siempre fue poder entrar a la cancha con los jugadores.

El último verano Facha pudo poner en palabras lo que le pasaba. “Yo nací en el cuerpo equivocado. La cigüeña conmigo se equivocó. La voy a cagar a trompadas porque yo no soy esto.

Soy un varón”, les dijo a su mamá y a una de sus hermanas una tarde de abril. Estaba enojado. Las dos se quedaron mudas. No sabían que responderle. Días más tarde, Bárbara lo interpeló:

— ¿Cómo es que sos hombre?

—Sí, soy un varón.

— ¿Y tenés nombre?

—Adivinalo, empieza con E y termina con L.

La madre buscó en internet y encontró el que había elegido: “Ezequiel”. Después él le preguntó “¿Si hubiese nacido varón ya tenías el nombre?”. Ella le contó que quería ponerle el nombre de su abuelo. Esa fue la identidad que eligió Facha el martes. Su abuela de 81 años había sido la primera en llamarlo por su nombre de varón. “Es mi nieto”, dice.

El cambio definitivo lo empujaron las últimas vacaciones. Con la familia se fueron a la Costa Atlántica con una amiga de la madre que tiene un hijo varón. Ahí tuvo que convivir con otro nene como él.

Después de escucharlo Bárbara empezó a investigar sobre el tema. “Ya sabía del caso de Lulú. Me contacté con la psicóloga de la mamá de Lulú”, cuenta. En ese recorrido fue al colegio primario del nene a plantearlo con la directora: “A los dos días me mandaron por cuaderno de comunicaciones que se hacía una charla en la legislatura porteña por los dos años de la Ley de Identidad de Género. Yo no podía ir así que fue mi hija de 21 años”.

En la actividad la hermana de Facha se puso en contacto con Kalym Soria, titular de la Red Intersexual, Transgénero y Transexual de Argentina (RITTA). Así, Bárbara y su hijo empezaron a participar de las reuniones que hacen en su sede Once. Ese contacto fue el germen de los trámites para hacer decidir juntos el cambio definitivo de identidad. Mientras tanto en la escuela ponían su nombre autopercibido en el boletín y la vieja identidad femenina entre paréntesis.

“Yo lo tuve nueve meses en mi panza. Después salió y es un ser aparte de mí. Un hijo es un pedazo tuyo pero tiene que ser feliz con lo que él elija. No con lo que quieras que sea”, dice Bárbara, que habla tranquila y relajada de su hijo. Ella prefiere resguardar su identidad completa y la del nene para preservar, así, la intimidad del camino que están transitando. Pero en ese círculo íntimo de familia y amigos saben que está feliz. “En el colegio están maravillados de lo feliz que está. De la nena que se mostraba siempre tímida, que no se expresaba, no hablaba; ahora se sacó la mochila”, cuenta.

“Hay muchos chicos que están en la misma situación de mi Fachita. Por eso yo salgo a hablar. Es importante que los padres escuchen otras historias y que los chicos no se sientan solos, que no sufran”, dice con la bandera celeste, rosa y blanca que identifica a los chicos y chicas trans en sus manos.

El último día de la madre Bárbara fue hasta una joyería y se hizo un autoregalo. Se compró una cadenita con tres dijes: dos nenas y un varón. Lo muestra orgullosa.

“Lulú trazó un camino”

En octubre de 2013 Lulú se convirtió en la primera nena trans en rectificar su documentación de acuerdo a su identidad autopercibida. Gabriela Mansilla eligió salir en los medios, escribir un libro, filmar un documental y participar de charlas para que su historia se difunda y transmitirle a otros padres que “hay que escuchar lo que los niños dicen, porque ellos saben lo que sienten”.

“Orgullosa de Facha es poco. Yo me animé a seguir adelante porque sabía que había más chicos que Lulú que estaban pasando por lo mismo. Siento que Lulú trazó un camino. La única diferencia que noto es que no se trató igual, hubo más respeto y creo que tiene que ver con que circula información. Me pone contenta que hoy nadie dice que la mamá de Facha está loca y disfraza a su hija de varón. A mí sí me lo dijeron, me diagnosticaron esquizofrenia por televisión varios psiquiatras y pediatras. Por eso creo que hay que difundir para que la ignorancia no se vuelva violencia”, dijo a Infojus Noticias Gabriela.

En mayo de 2012 pasado se sancionó la ley 26.743, promovida desde la Federación Argentina Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género (que estuvo constituido por la mayoría de las organizaciones trans del país, la CHA, y cientos de expertos independientes), entre otras entidades. Con el impulso del Gobierno nacional, la ley fue sancionada, promulgada y estableció un mecanismo que no “patologiza” la condición de travestis, transexuales y transgéneros, sino que reconoce el derecho de esas personas a ser inscriptas en el Registro Civil respetando a su nombre y género autopercibido.

En su artículo quinto la ley prevé que para aquellas personas menores de edad el trámite debe realizarse a través de los representantes legales –padre, madre o tutor- y “con expresa conformidad del menor”, lo cual reconoce la capacidad de decidir del niño o niña.

“Nosotros hicimos todo lo mismo que hizo Facha: fuimos a llenar el formulario, fuimos ambos padres aunque el papá hace más de dos años que no está pero en ese momento fue y nos acompañó un abogado. El ruido y los ataques fueron porque antes nunca una personita trans había ido a pedir un cambio registral”, dijo Gabriela.

Lulú este año termina primer grado. Gabriela dice que “está feliz porque en la fiesta de fin de año van a bailar tango. Le fue re bien y tiene el boletín fantástico, aunque también costó porque había que adaptarse al colegio. Lulú le conto a todos sus compañeritos que ella era una nena tras que había nacido varón. Eso fue para ella sacarse un peso de encima porque hasta la mitad del año estuvo con angustias, y la otra mitad del año, que lo contó, fantástica. Hay muchos profesionales que me acompañan a reuniones para que los profesores estén preparados”.

El documental “Yo nena, yo princesa” se presentó en varios festivales nacionales además de México, Chile y próximamente Holanda. Gabriela lo seguirá difundiendo porque “el tema es instalar  un respeto hacia el niño y su deseo, respetar lo que siente y cómo quiere que lo vean”.

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