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Infojus Noticias

2-4-2015|9:30|Malvinas Nacionales
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La historia de la mujer que llevó la sangre originaria a las islas

María La Grande: la cacica tehuelche que comerció con Malvinas

Luis Vernet fue nombrado en 1829 como primer gobernador de las Malvinas. Desde ese puesto, invitó a la cacica a comerciar a las Malvinas. Los dos se conocían de antes: en 1823 habían negociado por ganado. María La Grande viajó hasta las Islas a escuchar una propuesta de Vernet: la instalación de una colonia de blancos en territorio tehuelche. La invasión a Malvinas en 1833 terminó con la iniciativa.

  • Ilustraciones: Santi Pozzi.
Por: Infojus Noticias

María La Grande, cacica tehuelche, ha muerto. Su pueblo le rinde homenaje por tres días: quema en las piras las mantas, el quillango de piel de zorrino, los arreos de su caballo. Dicen que ese día de 1840 contaba 53 años. Algunos no creyeron en la muerte: su figura seguía cabalgando por las tierras áridas del sur. La cacica María dejó huella en los diarios de viaje de los exploradores que llegaban a la Patagonia. Charles Darwin la llamó Santa María, admirado por sus ceremonias religiosas. Otros, la Reina Tehuelche. En 1792 el teniente Juan José Elizalde la vio de niña junto a sus padres: el cacique Vicente y su mujer Cogocha, lenguaraz tehuelche.

Pero fue el comerciante Luis Vernet quien le dio un apodo para la posteridad. “María la Grande” la llamó en 1823, después del primer encuentro en la Península de Valdez. Él había llegado al puerto San José en busca de ganado cimarrón. Los exploradores de la expedición del futuro gobernador de Malvinas se enteraron que los originarios pensaban arrasar su campamento. Solo esperaban la presencia y la decisión de su cacique. Ninguno de ellos, mucho menos Vernet. Imaginaron que se trataba de una mujer. María, jefa espiritual y militar de los tehuelches meridionales, dominaba el estrecho de Magallanes y la costa Patagónica. Rodeada de mil guerreros, dicen que invitó a Vernet a negociar.

María fue clara: todo lo que caminara sobre territorio tehuelche le pertenecía a su pueblo. Sobre todo el ganado. Si querían los animales, debían dejar bienes a cambio. La cacica se mostró inflexible y Vernet tuvo que ceder. Oriundo de Hamburgo, por entonces territorio del Imperio Romano Germánico, el comerciante conocía sobre la historia del viejo continente. La imagen imponente de María en la negociación le trajo a la mente la figura de la zarina Catalina II, llamada “la Grande” y no dudó en rebautizarla.

Las relaciones comerciales entre Vernet y el gobierno de las Provincias Unidas del Río de La Plata lo llevaron a las Malvinas. En junio de 1829 fue nombrado primer comandante político militar y gobernador de las Islas. La designación llevó la firma del gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez. Con un grupo de 50 colonos –en su mayoría gauchos– armó Colonia San Luis en la isla Soledad. La designación de Vernet la realizó el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez.

El comercio de carne salada, pescados en salmuera, sebo, cueros de lobo marino y ganado vacuno entre la isla y los marinos exploradores llevó a que Vernet buscara la bendición de María La Grande para crear una factoría y colonia de blancos en Bahía San Gregorio. Por eso le cursó una invitación para que se llegara a Malvinas. La mujer que lideraba al pueblo tehuelche iba a poner por primera vez un pie en las Islas.

Las dos Marías

La leyenda dice que el viaje en barco fue difícil y que María La Grande sintió la fuerza del mar en su cuerpo. La goleta al mando del segundo de Vernet en las islas, Matthew Brisbane, había partido tiempo antes del continente con proa al mar abierto. En las costas de la Isla Soledad, los colonos se reunieron a la espera de los invitados.

Estaban nerviosos, sabían que los tehuelches tenían costumbres diferentes: que no dormían en camas, vestían con cueros de guanaco o zorrino y que jamás comerían pescado: su dios Elal había condenado a los primeros tehuelches a convertirse en peces por haber violado un tabú sexual. 

En la comitiva estaba María Sáez de Vernet, llegada a la isla para acompañar a su marido, a pesar de la hostilidad del clima. Apenas el bergantín se dibujó entre la bruma de la mar helada, María adivinó las siluetas de los hombres que viajaban de pie en la cubierta del barco. Recién al bajar pudo conocer a la reina tehuelche. María la Grande extendió un quillango de guanaco como ofrenda a la mujer de su anfitrión.

En la comitiva de María la Grande viajaba su hechicero. Dicen que había sido un pedido de la cacica como condición ineludible para realizar el viaje. Ella se instaló en la casa de los Vernet junto a una mujer de pelo negro profundo que la asistía. Los demás, en su mayoría hombres, durmieron con la peonada de la colonia.

La primera noche María Vernet tocó el piano para la invitada. La voz de la cacica se hizo escuchar en un canto conmovedor. En esas veladas el gobernador agasajaba a la cacica para convencerla de promover la colonia de blancos en San Gregorio. Las telas finas del vestido azul que María le obsequió como respuesta a quillango estrecharon aún más el lazo.

Dicen que María La Grande se sentó a la mesa y compartió los modales de la época en la casa del gobernador. También que recorrió la isla y conoció los almacenes, el saladero y la herrería. Todo parecía encaminarse para que los blancos se afincaran en las tierras tehuelches. Pero la invasión a Malvinas en 1833 terminó con los proyectos de Vernet.

María la Grande siguió al mando del pueblo tehuelche. Su muerte marcó el principio del cacicazgo de Casimiro Biguá. El fuego de las piras se extendió desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Su figura quedó en la historia como la mujer que llevó la sangre tehuelche a las islas Malvinas.

JC/RA

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