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Infojus Noticias

15-10-2015|18:40|Perfil Nacionales
Integraba Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora

“Luché no sólo por mi hija y su compañero, sino por todos nuestros hijos”

Lo dijo Aurora Zucco de Bellocchio en 2011, cuando la Legislatura porteña la galardonó como “personalidad destacada” de los derechos humanos. Se refería a su hija Irene Bellocchio, detenida–desaparecida en 1977 junto a su pareja Rolando Pisoni. Aurora crio al hijo de ambos, Carlos “Charly Pisoni”, actual funcionario de la Secretaría de Derechos Humanos. Hoy murió a los 93 años. La historia y el perfil de una luchadora que nunca bajó los brazos.

  • Fotos: Sol Vazquez, Télam, Secretaria DDHH.
Por: Infojus Noticias

“Aurora no sólo dedicó el resto de su vida a la búsqueda del paradero de su hija Irene y de su yerno Rolando Pisoni, sino que fue una férrea luchadora en la defensa de los derechos humanos y, no obstante tanto esfuerzo y dedicación a esa causa, completó su vida con la hermosa tarea de criar a su nieto Carlos”, dice el comunicado que difundió Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, después de que trascendiera la noticia de la muerte de Aurora Zucco de Bellocchio, madre de Irene y abuela de Carlos “Charly” Pisoni, el subsecretario de Promoción de Derechos Humanos de la Nación.

Hija de un italiano que había emigrado a principios de siglo, con una vocación frustrada de dibujante o pintora, Aurora vio, a lo largo de sus 93 años de vida, casi todas las cosas buenas y malas: “He visto caer gobiernos, he visto matar gente, he vivido desde la época del derrocamiento de Yrigoyen. Viví todos los golpes de Estado; algunos momentos felices o importantes, pero este país está signado por la muerte y por el odio”, dijo en un largo testimonio en primera persona que dio para para el Programa Educación y Memoria, cuando visitó la Escuela Nº 2 y la Escuela Nº 3 de la ciudad de Buenos Aires.

Su esposo, Piri, era director de una orquesta de jazz, y viajaba a menudo. Pero no les impidió tener una prole numerosa. Luis, Julio, Marcelo, Irene, Daniel, Eduardo —que murió siendo un bebé—, Fernando y Cecilia. Irene era la cuarta, nacida el 30 de mayo de 1952, la primera mujer.

Para recordar a Irene, a Aurora le gustaba apelar a un lugar común: “Siempre pienso que ella fue la alegría en nuestra casa. Irene era preciosa, era muy juguetona, muy rápida, muy inquieta. Era muy buena con sus hermanos y sus hermanos eran muy buenos con ella. Además era muy divertida. Sabía bailar y cantar, tenía una muy bonita voz”.

Irene había heredado de su padre el don de sentir la música, y solía escuchar los discos de jazz. Aurora contó que la asaltaban amores muy profundos y repentinos, pero también que rápidamente caía en el desamor. No pasó con Rolando Pisoni, el más importante. “En 1976 Irene estuvo viviendo en distintos lugares hasta que finalmente consiguió un departamento donde vivían dos estudiantes. Yo me encontraba con ella en la calle, o en una galería o en una confitería. Un día nos encontramos con Irene y con Roly Pisoni –su nueva pareja– y me dice que estaba embarazada. ¡Se la veía tan contenta! Nunca imaginamos que pasaría lo que luego sucedió”, contó Aurora.

El 29 de junio de 1977 nació Carlitos, hijo de Irene y Roly. El 5 de agosto, un grupo de tareas secuestró a Irene y a Roly y dejó al niño en manos de una vecina. En los 36 días que pasaron juntos, Aurora vio a su hija por última vez. “La última vez que vi a mi hija fue el 21 de julio en la casa de mi hermana. Ella estaba feliz con su bebé. Ese día pensé que pasaría mucho tiempo hasta que volviera a ver al bebé. Sin embargo, a Carlitos lo vi, pero a ella nunca más”.

Tuvieron que pasar diez años para saber algo de ella. “Un sobreviviente me buscó y me contó que había conocido a mi hija en el Centro Clandestino de Detención conocido como ‘Club Atlético’ y me contó el diálogo con ella: “Estoy tranquila porque sabemos que mamá tiene al nene”. Para entonces, Aurora ya militaba en Madres, como antes lo había hecho Irene en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP).

Aurora aprendió desde que su nieto era muy niño a lidiar con las preguntas incómodas que generaba la ausencia. Charly tenía cuatro años y preguntó.

—¿Dónde están mi mamá y mi papá?

—Los estamos buscando.

—¿Dónde venden disfraces de militares malos? —insistió su nieto—porque me puedo meter entre ellos, sacar a mi mamá y mi papá y cortarlos a ellos en pedacitos.

Aurora contó esa anécdota hace seis meses cuando se presentó el libro "Las viejas", 29 relatos de Madres de Playa de Mayo, y subrayó la decisión que había tomado para enfrentar las incertidumbres de su nieto: contarle siempre la verdad. En noviembre de 2011, fue reconocida como Personalidad Destacada en el ámbito de los Derechos Humanos por la Legislatura porteña.

Ese día dijo: “Siento el agradecimiento y la emoción de saber que me quieren mucho. Nunca esperé esto. Luché con todas las Madres, no sólo por mi hija y por su compañero, sino por todos nuestros hijos y por la búsqueda del juicio y castigo a los asesinos que torturaron. Quiero extender este reconocimiento a todas las madres que ya no están y que no pudieron vivir la esperanza que significa para nosotras la condena a los asesinos. Además quiero agradecer la lucha de HIJOS y a mi nieto Carlitos. Ese nieto me dio vida y fue por él que nunca me desesperé".

En 2009, Aurora publicó su autobiografía: “Pelear la vida”. Ahí dijo: “Tuve caídas espaciadas y otras en seguidilla. De todas ellas, conseguí levantarme. Tampoco me caí con la desaparición de Irene. Al igual que el resto de las Madres, tuve capacidad de transformar el dolor en voluntad de pelear. Pero, mirando el recorrido, pienso que la capacidad para no caerme surgió también de otras condiciones, menos precisas, que tienen que ver con mi personalidad, algunas de las cuales ya estaban presentes en ella y otras que tuve que ir construyendo.”

Ante la desaparición de Irene, no se resignó. “El fin de la resignación implicó transformarse de madre abnegada de 7 hijos en Madre de Plaza de Mayo: a darme cuenta de que lo que me pasó a mí formaba parte de una realidad de muchos, de una realidad social, política, económica y que mi respuesta a esa realidad individual no podía hacerse desde mi condición de madre, sino de Madre de Plaza de Mayo. Todo este proceso fue liberador en un sentido, pero muy doloroso. Por el dolor de la desaparición de Irene, por el dolor de las rupturas. Pero también permitió, en un plano personal, que pueda pararme desde otro lugar. Y en un plano social, aportar un pequeño granito de arena a la lucha por la verdad y la justicia.”

Charly creció bajo su cobijo y desde joven se decidió a seguir la huella que había abierto su abuela: en marzo de 1996, mientras estaba de visita en lo de sus tíos, que habían tenido que exiliarse en Costa Rica, vio la marcha multitudinaria en Argentina, al cumplirse veinte años del golpe de Estado. Era una marea humana incontenible. Una chica de H.I.J.O.S. era entrevistada en la pantalla de televisión. “Expresaba exactamente todo lo que yo pensaba. Entonces me digo: ‘Yo tengo que estar ahí’. Cuando llegué a la Argentina, fui directamente a la agrupación y no me fui nunca más”, contó Pisoni en un reportaje.

El subsecretario de Promoción de Derechos Humanos de la Nación hizo el anuncio esta tarde, a las 17:03, en su cuenta de Twitter: “Con profundo dolor les cuento que hoy falleció mi abuela y Madre de Plaza de Mayo Aurora Zucco de Bellocchio”. Su velatorio será desde las 20.30 en el Auditorio de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en 25 de Mayo N° 552. Mañana la llevarán a las 11 al Cementerio de la Chacarita.

LB/RA

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