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Infojus Noticias

30-4-2015|9:50|#Madres38Años Nacionales
En la Sala José Hernández

"No se olviden de nosotras y de nuestro pedido de verdad, amor y justicia"

En la Feria del Libro, se presentó ayer "Las viejas", donde las Madres de Playa de Mayo repasan la lucha en la búsqueda de sus hijos desaparecidos. La compilación, realizada por la escritora Virginia Giannoni, se basa en los relatos y memorias de las mujeres que desafiaron a la última dictadura cívico militar.

  • Fotos: Sol Vazquez
Por: Infojus Noticias

Catorce Madres con sus  pañuelos blancos y con la foto de sus hijos en el pecho, revivieron ayer en la Sala José Hernández de la Feria del Libro frente a más de 200 personas, cómo se conocieron y organizaron hace 38 años para buscar a sus hijos y pedir justicia. Fue durante la presentación de “Las viejas”, editado por Ana Giannoni y Virginia Giannoni y publicado por Editorial Marea. El libro cuenta con el testimonio, en primera persona, de 29 Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.

Cada una de ellas contó una historia. Algunas hablaron de sus hijos a los que hoy, a 38 años de la primera ronda en Plaza de Mayo, todavía siguen buscando.

Aurora Zucco de Bellocchio recordó una anécdota de cuando su nieto era chico.

—Dónde están mi mamá y mi papá

—Los estamos buscando

—¿Dónde venden disfraces de militares malos? —preguntó el niño de cuatro años —porque me puedo meter entre ellos, sacar a mi mamá y mi papá y cortarlos a ellos en pedacitos.

Nair Amuedo recordó una tarde de ronda en la que hacía “unos 40 grados”. Pepa Noia –una de las catorce mujeres que parieron la organización- se sentía mal y sus compañeras insistían en llamar una ambulancia. Ella se negaba. Finalmente la llevaron a la casa. No era nada grave: le había dado un pico de presión. Tiempo después, Nair le preguntó:

—Te acordás de aquella tarde, ¿por qué no querías que llamáramos al SAME?

—Nair, yo pensaba que me moría. Y si me moría quería que fuera ahí en la Plaza.

Entre las primeras filas de la sala, el periodista y escritor Eduardo Jozami –detenido durante los siete años de la dictadura- se mezclaba con militantes de derechos humanos –entre ellos algunos hijos de desaparecidos-, periodistas y familiares de las Madres. A unos pocos metros estaba Carlos “Calica” Ferrer, compañero de Ernesto Guevara durante el viaje a través de Latinoamérica en el que se transformaría en el “Che”.

Las mujeres se iban pasando el micrófono de mano en mano. “Este es un libro hablado”, definió Laura Jordán de Conte. “Es nuestro legado”, agregó Vera Jarach. Además de celebrar la publicación, agradecieron el apoyo de sus compañeras en este largo camino transitado. “El orgullo más grande de mi vida es haberme encontrado con estas viejas”, dijo María del Rosario Cerruti. “Fuimos locas de verdad por amor”, agregó.

Ilda Iburrusteta de Micucci contó que siempre tuvo la ilusión de tener nietos. “No pude hacerlo”, dijo la mujer a la que los militares le arrebataron sus dos hijos, Viviana y Daniel.

“Recuerdo el día que me dieron el borrador. Lo leía y me reía, porque cada una se expresó como es. Este libro es un mural: un mural pintado por cada una de las Madres”, dijo Haydee Gastelú De García Buela, otra  Madre que participó  participaron ayer de la presentación de "Las viejas" en la Feria del Libro. El trabajo cuenta en primera persona cómo se conocieron, cómo se organizaron y cómo se fueron construyendo.

“Por algo le pusimos de título ‘Las viejas’ –dijo sonriente Martha Ocampo Casco de Vázquez-, acá se dan cuenta”. En su mano derecha, la misma que hasta unos minutos antes agarraba un bastón de cuatro patas, sostenía el micrófono. “No se olviden de nosotras y de nuestro pedido de verdad…”, la mujer hizo una pausa. Tras unos segundos agregó: “iba a decir amor”, y todos rieron.

—De amor también— respondió una voz masculina del público

—De verdad, memoria y Justicia— concluyó Martha.

Antes que hablaran las protagonistas del libro, la directora de Editorial Marea, Constanza Brunet presentó a una de las editoras de la publicación, Virginia Giannoni. Las catorce Madres sonrieron y aplaudieron.

Azucena, la mamá que dijo vayamos a la Plaza

“Que lea lo de la Azucena”, pidió varias veces Nair Amuedo. Giannoni sonrió. Tomó un ejemplar y leyó la Nota del Editor dedicada a Azucena Villaflor, fundadora de Madres de Plaza de Mayo desaparecida en diciembre de 1977: “Me propuse encontrar una Azucena para empezar a pensar la tapa de este libro y me sorprendí mirando páginas y páginas de flores que nunca en ningún caso están solas, las Azucenas se dan en racimos, es difícil encontrar una que diga ésta soy yo, son seres múltiples que hacen espacio para otras todo el tiempo en la misma rama y de ese modo parecen florecer mejor”.

Nair escuchaba atenta. La mirada fija en un punto del alfombrado de la sala, algunos metros más allá. Las manos cruzadas en su regazo, frotándose los dedos. “Son flores bellas y delicadas, en este andar sin detenerse a pensar que ellas sostienen, hay trampas, esta es una, Azucena es solamente el nombre de la mamá que dijo ‘vayamos a la Plaza’”, finalizó Giannoni.

La editora habló de las largas entrevistas con cada una de las mujeres. En esas “conversaciones muy íntimas, de mucha intensidad” cada una de ellas contó su historia de la manera que lo recordaba, incluso contradiciéndose con otros relatos. Compartieron sus miedos iniciales, el dolor de enfrentar en soledad la desaparición de sus hijos y la fuerza de encontrar a otras Madres en la misma situación. Como dijo Giannoni durante la presentación: “Cada una de ellas tiene una vida que vale la pena ser contada”.

SO/LC

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