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Infojus Noticias

21-9-2015|14:01|Cromañón Nacionales
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Realizaron una lectura colectiva en el hall del primer piso

"Los chicos empiezan a descansar en paz"

Familiares y amigos de las víctimas y sobrevivientes de Cromañón celebraron el fallo de Casación en los tribunales federales de Comodoro Py. Durante la vigilia, habían compartido sus historias en un clima de escepticismo.

  • Charo Larisgoitia
Por: Infojus Noticias

“¡Gracias Justicia!”. El grito explotó en el hall del primer piso de los tribunales federales de Comodoro Py. Fue luego de que se conociera la decisión de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal que confirmó las condenas de los imputados en la causa Cromañón. A ese grito le siguieron llantos, abrazos, y gestos de desahogo. “Por fin se hizo Justicia. Los chicos empiezan a descansar en paz”, dijo a Infojus Noticias Haydeé, madre de Osvaldo, de 25 años, que murió el 30 de diciembre de 2004 en el incendio del boliche de Once. “¡Justicia!” y “¡Los muertos y sobrevivientes de Cromañón, presentes” fueron parte de los alaridos que se escucharon este mediodía entre la treintena de familiares y amigos de las víctimas y sobrevivientes del incendio, que aguardaron en los tribunales federales la difusión del fallo. La alegría contrastó con el clima escéptico que marcó la vigilia. 

Apenas habían pasado unos minutos de las 12 cuando un secretario de la Sala IV se acercó al centro del hall y entregó la hoja con el fallo que llevaba las firmas de los camaristas Juan Carlos Gemignani, Gustavo M. Hornos y Pedro R. David. Lo tomó Nilda Gómez, mamá de Mariano Benítez, de 20 años, otra de las víctimas de la tragedia. Sentada en una silla de ruedas, con un yeso en su pierna derecha, empezó a leer. Enumeró cada uno de los rechazos a los pedidos de las defensas y la ratificación de cada condena, al tiempo que los gritos de los familiares se empezaron a replicar. Los llantos les ganaron a las caras escépticas y nerviosas que durante las horas de vigilia habían poblado el lugar.

“No fue en vano la lucha, voy a terminar de estudiar derecho”, dijo a esta agencia Silvana Gómez. A los 38 años, sonríe cuando lo dice. La lectura del fallo la dejó eufórica. Llora y se ríe con la misma facilidad. Le faltan cinco materias para recibirse de abogada, carrera que ya estudiaba cuando la noche del 30 de diciembre de 2004 fue con su esposo, Marcelo, a ver a Callejeros. Marcelo murió allí y ella dejó de estudiar. Hace unos años, retomó la carrera y hoy decidió que la terminaría. Dice que volvió a creer en la Justicia.

Horas antes, durante la vigilia, ella había contado los reveses judiciales que pasó desde que comenzó la causa y la necesidad de que el fallo sentara jurisprudencia. “No queremos que no quede en nada, es eso. Es por lo que no están, por los que sí están y por los que vendrán”, dijo con un cartel al cuello que lleva, como en un mosaico, los rostros de los 194 muertos. De cerca, la miraba su mamá, Ana María Ortega, con quien festejó minutos después.

Sentada junto a ellas, desde la mañana temprano, estuvo Nilda. La mujer de cabellos largos y canosos que tomó la voz cantante y, sin quebrarse, dio lectura colectiva al fallo. Al igual que Silvina, Nilda no tenía demasiadas esperanzas respecto a lo que decidiría la Cámara. En la mañana en que llegó la primavera, de la mano de un día frío y gris, había anticipado que “siempre hicimos vigilias ante cada decisión de la justicia. Entendemos que esta es la última”.

Determinada y de hablar cálido, la mujer explicó que, aunque en principio se dijo que la decisión se conocería a través de una notificación electrónica, los familiares decidieron ir ahí “porque no podíamos quedarnos en nuestras casas”. Cuando terminó la lectura, y todos la empezaron a abrazar, su sonrisa y su llanto conmovieron hasta a una policía dispuesta para custodiar la zona. De cerca, también observaron los festejos los empleados de la sala.

Nilda también había comentado los reveses judiciales que sufrió durante estos últimos años y que resumió en la carátula de la causa: “Terminó siendo de accidente, no homicidio”. Cuenta que, justamente, esas idas y vueltas influyeron para que el ánimo en la vigilia estuviera marcado por “mucha tristeza y angustia, porque todos hemos recibido muchos golpes” aunque se reconoció “alerta y expectante”. 

Amelia Borras celebró el fallo porque dice que su hija Gabriela, que tenía 15 años cuando murió, “va a poder descansar en paz”. El día del incendio Amelia había acompañado a Gabriela y a su otra hija Cinthia, de 16, a Cromañón. Gabriela logró salir del lugar pero entró otra vez a Cromañón cuando se dio cuenta que su mamá y su hermana estaban en la parte superior. Murió el 1 de enero de 2005, en una cama del hospital Ramos Mejía, horas después de que el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, le diera la extremaunción.

Amelia Borras había acompañado a sus hijas al recital.

En junio, cuando se realizó la audiencia de Casación, Amelia le entregó una carta en mano a un secretario del Tribunal. “Le pedí que por favor se la diera a los jueces”, contó. Amelia les había solicitado “que hicieran justicia”. 

CD/LL

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