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El juicio por jurados podría ser una realidad en Buenos Aires. El fiscal platense Marcelo Romero pidió que Cristian Martínez Poch, el disc jockey detenido tras ser acusado de haber secuestrado a su pareja y de haber abusado de ella y de dos hijas que tuvo con otra mujer, sea sometido a dicha metodología procesal. Si la defensa del imputado lo acepta, sería la primera vez que ocurra en esa provincia. El juicio por jurados, previsto en la Constitución de la Nación, está vigente en las provincias de Córdoba y Neuquén, fue aprobado en Río Negro y está en evaluación en el resto de los distritos. Fue impulsado a nivel nacional por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Romero hizo la presentaciónante el juez de Garantías Pablo Raele, que asumió hace pocos días al frente del juzgado número 3 de La Plata. Raele debe dar traslado del expediente a la defensa del disc jockey. Martínez Poch, de 49 años, está imputado por los delitos de "privación ilegal de la libertad doblemente agravada, en concurso real con corrupción de menores agravada, abuso sexual gravemente ultrajante y abuso sexual con acceso carnal calificado".

El 24 septiembre de 2013 la abogada Vanesa Rial, de 39 años, fue rescatada por la Policía bonaerense, tras allanarse uno de los departamentos de un edificio ubicado en la calle 23, entre 58 y 59 de La Plata. Martínez Poch la mantenía cautiva desde principios de ese mes. Durante ese tiempo, el hombre la golpeó, la drogó y abusó sexualmente de ella, según denunció la víctima ante la prensa y ante el fiscal Romero.

Refiriéndose a las vejaciones que habría sufrido la abogada, el fiscal aseguró que el imputado “sometió a relaciones y prácticas sexuales aberrantes contra la voluntad expresa de la mujer, accediéndola carnalmente -vía oral, anal y vaginal- con violencia y amenazas y mediante el empleo de medios hipnóticos o narcóticos que generó que la nombrada no haya podido consentir la ejecución de las mismas”.

Además de destacar que esto “acarreó un sometimiento gravemente ultrajante” para Vanesa,  el instructor mencionó que al visitar la escena de los hechos encontró “la medicación narcótica (que) utilizó Martínez para cancelar su voluntad y ejercer su dominación; la existencia de impactos en un reloj –que exactamente como describió Vanessa- se hallaba sobre el televisor con visibles impactos de proyectil, coincidentes en un todo con la secuencia relatada en cuanto a los disparos de puntería que el encartado realizaba usando a la víctima como parte del blanco” y hasta “el ramo de fresias que su carcelero le regaló”.

Pero eso no fue todo. Dos días después de la liberación de la mujer, prestaron declaración testimonial ante el fiscal dos hijas de Martínez Poch, de 19 y 20 años, quienes relataron que tras la muerte de su madre, cuando eran niñas, fueron abusadas por su padre. “No existe poder de síntesis capaz de abreviar e ilustrar las atrocidades y la perversión a las que se vieron sometidas las víctimas, quienes -sin el mínimo espacio de libertad decisoria y ambulatoria- se vieron obligadas a convivir con un chacal”, dijo Romero en su planteo acusatorio.