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Infojus Noticias

31-5-2014|13:00|Perfil Capital FederalProvinciales
Juicio por los asesinatos del 20 de diciembre

La historia del “Toba” García, uno de los héroes de la represión de 2001

La tarde del 20 de diciembre de 2001, el corazón de Martín Galli se paró en dos oportunidades. Héctor “El Toba” García, a quien no conocía, le pegó una trompada en medio del pecho y lo trajo de vuelta. Con un dedo le tapó el agujero que el plomo le había hecho en la nuca y le salvó la vida. Murió tres días después de que declare Galli, en mayo pasado.

  • “El Toba” Héctor García con su familia. Télam.
Por: Milva Benitez

20 de diciembre de 2001 a las 19.21. Media hora antes que Fernando de la Rúa abandonara la Casa Rosada en helicóptero, “El Toba” Héctor García se emperró en salvarle la vida a Martín “El Tinta” Galli. Y lo hizo. Trece años después, Martín fue el primero de los baleados que contó lo ocurrido ante los jueces del Tribunal Oral Federal 6 que llevan adelante el juicio por la sangrienta represión. “El Toba” no pudo acompañarlo en esa partida, estaba internado en el hospital de Ezeiza y falleció tres días después, el sábado 17 de mayo.

En el juicio hay 16 ex policías federales y el ex secretario de Seguridad de la Alianza, Enrique Mathov, acusados por los asesinatos de 5 personas y las heridas ocasionadas a otras cien en los alrededores de Plaza de Mayo y la zona del Congreso.

El momento en que Toba rescató a Martín quedó registrado por las cámaras. En blanco y negro y con sonido ambiente: el pibe de rastas, alto y barba renegrida yace en la vereda en la avenida 9 de Julio, cerca del Obelisco. El Toba está arrodillado junto a él, aunque todavía no sabía su nombre. Otros manifestantes los rodeaban, pero cuando el patrullero paró y otra vez sonaron los disparos se provocó una nueva estampida. Esa vez las balas fueron de goma.

“Literalmente tenía un coraje a prueba de balas”, dijo Martín a Infojus Noticias. Esa tarde, El Toba lo ayudó a riesgo de perder su propia vida. Cuando en abril de 2003 declaró en la causa donde se investigó la represión, Toba recordó que le pegaron más de cinco balas de goma: dos en la espalda —“por encima del coxis”―, otras en la mochila y tres en la nalga. Pero igual se quedó con el pibe, y lo protegió con su propio cuerpo. Ese día el corazón de Martín se paró en dos oportunidades. El Toba le pegó una trompada en medio del pecho y lo trajo de vuelta. Y con un dedo le tapó el agujero que la bala de plomo le había hecho en la nuca.

El Toba se quedó con el pibe. Lo contó muchas veces: “no se me va a morir”,  se convenció entonces. Después los otros manifestantes tomaron coraje. ¡Hijos de puta! ¡Andáte, ¿lo querés rematar?! El patrullero se fue, llegó un taxi, lo subieron a Martín y viajaron hasta el hospital Argerich. Martín se salvó, El Toba se quedó en hospital acompañándolo. En Ezeiza a él lo esperaban su entonces pareja, Mariela, y un hijo de poco más de dos años.

Esa tarde, a pocos metros de ellos, El Toba vio morir a Alberto Márquez, un militante justicialista que recibió dos balazos en el tórax. Por ese asesinato y por los disparos que recibió Martín en el juicio son 9 los ex agentes de la policía federal que están acusados. Durante la instrucción los fiscales dieron por probado que esa tarde, comandados por el ex comisario Orlando Oliverio -a bordo de dos autos y una camioneta no identificados- se desplegaron sobre la avenida 9 de julio, cerca del Obelisco, y dispararon contra un grupo de personas que se guarecían del sol y descansaban de las corridas.

Vida e historia de sobreviviente

El Toba aferró a Martín a la vida y en un juego de espejos reivindicó su propia historia. Cuando se quedó con el Tinta sintió que a él también la vida le daba una revancha. Se acordó de su hermana, Inés Alicia García y de Lito, Manuel Segundo Ponce, su cuñado y amigo. En 1977 los tres militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT-ERP). Ese año, en febrero las fuerzas de la represión se llevaron a Lito, en mayo rodearon la casa operativa donde estaba Inés. El Toba los vio, iba a encontrarse con ella y cuando llegó la manzana estaba rodeada. No pudo hacer nada. Ese mes más de cien células del ERP cayeron en todo el país, entre 300 y 500 militantes fueron víctimas de la represión orquestada por los represores.  

A Martín le confió la historia que lo ataba a la memoria de su hermana. Todavía con un poco de remordimiento porque antes de conocer a Lito –su amigo y compañero de militancia en el ERP- la menor de los García se iba a casar con “un novio de hace mucho, dueño de una casa de electrodomésticos”. Él  los presentó y se enamoraron. Ella dejó todo y se abrazó a Lito y compartieron la militancia. Recién hace un tiempo, El Toba volvió a reencontrase con su sobrina Clara Soledad Ponce, la hija de Lito y Alicia. “Lo loco es que yo ya la conocía, antes de 2001. Era la novia de un amigo”, confió Martín a Infojus Noticias.

13 años de sobrevida no le alcanzaron al Toba para ver el juicio a los responsables de la represión. Pero en su vida cambiaron muchas cosas, otras siguieron igual. Por un tiempo siguió dando clases en un Centro de Formación Profesional en Ezeiza. Vio crecer a su hijo, el que en 2001 tenía apenas dos años. Y hace poco más de un año y medio tuvo otra hija con Marion, la mujer con la que compartió esta última etapa. Con Martín compartió el interés y el placer por la lectura. “Hace falta el barro pero también el café, charlar un poco”, le decía.

Apasionado y militante El Toba contagiaba. En las barriadas de Ezeiza, con sus compañeros sostuvo durante mucho tiempo un comedor comunitario. “Siempre me decía que si yo podía donar cinco pollos estaba buenísimo, pero que era mejor si lo ayudaba a servir y compartía la mesa con ellos”, contó Martín. Hace unos años El Toba conoció a Néstor Kirchner y a través suyo se vinculó con el municipio de Ezeiza, donde actuó como secretario de Trabajo. Desde allí, con la misma convicción que la tarde del 20 de diciembre decidió que el chico de las rastas no se le iba a morir, siguió trabajando por sus vecinos. “El comedor se transformó en cooperativa y urbanizaron el barrio”, confió Martín.

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