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Infojus Noticias

14-7-2013|10:30|Policía CórdobaProvinciales
Viviana Alegre, su madre, dice que pidió cuatro veces audiencia con el gobernador

Córdoba: el Rubio del Pasaje nunca volvió del baile

A Facundo Rivera Alegre sus amigos lo vieron por última vez la madrugada del 19 de febrero de 2012. Su madre es una de las principales investigadoras de una causa llena de misterios. Denuncia, además de inacción judicial, complicidades entre el poder político, la policía y una banda de cuarteto.

  • Viviana Alegre, la madre del Rubio del Pasaje. Agencia Télam
Por: Laureano Barrera

El domingo 19 de febrero de 2012 Facundo Rivera Alegre se despidió de su madre a la una de la mañana para ir al baile del cuartetero Damián Córdoba en el Estadio Centro cordobés. Tenía una hija recién nacida. Sus amigos lo vieron por última vez esa madrugada, a la salida del baile en la capital provincial. La versión policial apuntó a que Facundo era un vendedor de drogas al menudeo. Se basó en un mensaje de texto que un agente halló en su celular. “Decían que un músico que toca en los actos de De la Sota, le había pedido 50 gramos de cocaína a cambio de que lo llevaran de gira con la banda”, contó a Infojus Noticias su madre Viviana Alegre. “Sabemos que Facu se negó a hacer este mandado. Hubo una apretada”, dice ella, convencida de su propia hipótesis: “acá está metida la custodia de esta banda y la propia policía a cargo de la seguridad del baile.”

“El Rubio del Pasaje”- como le decían en el barrio-  jugó al fútbol en la filial cordobesa de Boca, era fanático del cuarteto y no se perdía un baile de la Mona o de Córdoba. “Un hit para el Rubio del pasaje”, llegó a ofrendarle Damián desde el micrófono. Teñido de rubio, de gorrita y aros, se fue haciendo conocido en las comisarías. El Código de Faltas -aprobado en 1994 – todavía permite algo que las organizaciones denuncian como herramienta de control: que la policía disponga de la facultad de detener sin delito. “En cada baile de la Mona en el barrio, la policía lo sacaba con sus amigos, y palo va y palo viene, terminaba en la seccional. Dejaron de ir a los bailes de la Mona y empezaron a ir a los de Damián Córdoba”, cuenta Viviana. Hoy la madre sospecha de la banda y también de la custodia. “Ya es un secreto a voces. Esa banda tiene mucho amparo político. De la Sota la lleva a todas las movidas. En el acto con De Narváez y Moyano, estaba la banda de Damián”, dice.

Dos veces Viviana fue hasta el baile a entrevistarse con el cantante. La primera Damián quiso evitarla. La recibió Luciano Calderón, acordeonista y supuesto conocido de Facundo. “Me dijo que siempre había alguien más fuerte que uno y que por eso él andaba enfierrado”, recuerda Viviana. La segunda vez Córdoba habló con ella. Negó que El Rubio del Pasaje hubiera estado la noche en que desapareció. Veinte días después Córdoba renovó parte de su custodia.

La investigación policial

Al principio la policía cordobesa envió cartas a España y a Brasil para saber si Facundo podría estar visitando a su padre, que vive en Ibiza y trabaja en la administración del aeropuerto, o a algún pariente. “Cuando hago la denuncia, la misma policía me dice ‘suponga que es un ajuste de cuentas por droga, ¿para qué lo van a retener? Lo matan y se lo tiran enfrente de su casa’”, cuenta Viviana. Otra hipótesis de la policía era la de una pelea en el baile. “en ese caso, se lo dejan tirado ahí”, le dijeron los uniformados.

Con el tiempo esas versiones cambiaron. “Pedí cuatro veces audiencia con el gobernador De la Sota. Ni siquiera me mandó un secretario a decirme que no”, se queja Viviana.

El Estadio Centro, donde se realizó el baile, está a dos cuadras de la Central de Policía de Córdoba. Cuando toca una banda, el operativo de seguridad dibuja un embudo hacia la avenida y pasa por la puerta del cuartel. Uno de los amigos de su hijo contó a Viviana que a la salida del baile, “los amigos caminaron con él dos cuadras, después se cruzó de vereda y no lo vieron más”. Otro testigo le contó que al llegar a la plaza, vio una golpiza policial. “No lo dice directamente, tiene miedo. Hay policías de civil que rondan su casa”, asegura Viviana. Por otro lado, dos chicas le enviaron a ella un e-mail contándole que vieron la misma golpiza. “Dijeron que era Facundo. Vieron que dos hombres de policía y dos de civil lo cargaban en un patrullero. Una de ellas se acercó y los agentes le dijeron que si no se iban, les pasaría lo mismo”, reconstruye Viviana basándose en los dichos de las testigos.

El trayecto desde la central de policía hasta la plaza Colón está repleto de cámaras. Pero el ministro de Seguridad de Córdoba, Alejo Paredes, negó que así fuera. Viviana sacó fotos que lo desmienten. Paredes era, antes de ser ascendido por el gobernador al Ministerio de Seguridad, el jefe de la policía. Su hija es ahijada de Carlos Yanicelli, “el Tucán”, un miembro del Departamento de Inteligencia del D2 condenado a prisión perpetua por crímenes durante la dictadura.

El camino por la Justicia

La causa judicial fue instruida por un fiscal cordobés, Alejandro Moyano, con buenos vínculos con el poder político. “El fiscal sólo larga los oficios y da la orden de un allanamiento o rastrillaje. ¿Y quién lo hace? La policía. Él no está”, dice Viviana. Moyano no accedió al pedido del abogado de la familia, Claudio Orosz, que solicitó apartar a la fuerza provincial de la pesquisa por un hecho donde se sospecha de su participación.

“Él fiscal siempre dijo que no había podido encontrar a las chicas del mail. Cuando se estaba por cumplir un año, anunció a los medios que las habían ubicado. Que habían declarado era verdad que me habían mandado un mail, pero que eran mentira los dichos”. Ni Viviana ni su abogado pudieron ver esas declaraciones ni casi ninguna otra, porque el fiscal Moyano les dijo que tiene que “repensar si les da las fotocopias, porque se las íbamos a dar a las organizaciones que nos acompañan”, dice Viviana. Con su tenacidad, muchas de las pistas llegaron a ella antes que a la Justicia.

Una joven le contó que el sábado 18 de febrero a la salida de un cajero le robaron el celular. Esa noche el arrebatador intercambió mensajes de texto. Cuando la chica recuperó la línea, encontró uno que no entendió: “la puta madre, la yuta de mierda lo mató al rubio”. En ese momento el caso no tenía prensa y la joven borró el mensaje. Más tarde, cuando lo asoció, llamó a Viviana. “Pasamos el listado de los números con los que se contactó ese celular. Entre ellos había tres de abonados. Hasta la fecha no sabemos qué hicieron y fue dos meses después de la desaparición de Facundo”.

El año pasado, tres policías en actividad citaron a Viviana en un café. Le dijeron:

- Entendemos su bronca. No todos los policías somos iguales. En el caso de tu hijo están metidos jefes.

También le avisaron que los rastrillajes y los operativos eran sistemáticamente anticipados por la frecuencia radial policial. Viviana se lo contó al fiscal.

Un último comisario aparece implicado en la investigación. En una cadena de confesiones, el hijo de este policía le habría contado a un compañero de facultad que su padre le había pedido sacar un cuerpo enterrado en su patio. Sería el cadáver de Facundo. El confidente aún no declaró en la causa. “Es un comisario con amistad con un funcionario provincial que además es empresario del cuarteto”, dijo a Infojus Noticias una fuente cercana a la causa.

A Claudio Orosz –un reconocido defensor de los Derechos Humanos-, el secretario de la gobernación de Córdoba le dijo “que podía haber policías involucrados, retirados o que hacen extras, pero que no era la institución”.

Para Viviana la de su tercer hijo no es la primera tragedia que le toca vivir. En 1992, antes de que naciera el Rubio del Pasaje, perdió a una beba en un accidente en la ruta. Mucho antes, cuando era una niña de 11 años que había ido a visitar a su hermano en La Plata, ya había experimentado en carne propia la violencia y la impunidad de las fuerzas de seguridad. Una noche de 1978 los militares irrumpieron en la casa platense a la que Viviana había ido de visita. Se llevaron a su hermano y a su cuñada, estudiantes y  militantes de Montoneros desaparecidos. Esa noche Viviana y su padre se escondieron en un placard grande, entre la ropa revuelta, y sobrevivieron. Marco y Natalia Alegre fueron vistos por última vez en centros clandestinos de detención.  

Ahora, muchos años después, Viviana quiere saber qué pasó con su hijo. Deja flotando una pregunta: “¿quién tiene mayor infraestructura y logística para hacer desaparecer a alguien?”.  

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