Infojus Noticias vivió el partido de Argentina-Alemania con un grupo de evacuados, en una escuela de frontera. Así se sufrió y se alentó al equipo nacional, a metros de Paraguay.
El centro de Clorinda nunca se inunda: queda a varios kilómetros del río Paraguay. Pero en los últimos días, un problema con las bombas extractoras provocó que el agua llegara hasta la zona comercial. En las orillas, el desborde llegó tras la subida del caudal. Y aunque la zona de esteros está protegida por una barrera de contención, los niveles inusuales de lluvia hicieron que también se inundaran. En un momento ya no importaba de dónde salía: el agua estaba por todo Clorinda.
En la escuela Frontera -un complejo de educación inicial, primaria y secundaria, a 200 metros del límite formoseño con Paraguay- desplegaron una pantalla para que los evacuados que debieron dejar sus casas y refugiarse en las aulas pudieran la final del Mundial entre Argentina y Alemania.
-A los que más les gusta ver el partido es a los nenes- dice Zunilda Insaurralde, casi 60 años y desde hace un mes en un aula-. A mí no me enloquece, pero me pone contenta cuando gana la Argentina porque a muchos los pone contentos. Después de un tiempo ya no pienso todo el día en que a unas cuadras está mi casa tapada de agua. Ni que las gallinas pueden morir picadas por las vívoras. Eso se sabe, también querés pensar en otras cosas.
Al desborde del Paraguay se sumó el de los ríos Uruguay, Iguazú y Paraná. Por eso el Litoral y noroeste argentino están en emergencia hace unas semanas. Ayer, antes que empezara el partido llegaron buenas noticias. El parte de la Prefectura Naval decía que el caudal del río Uruguay había descendido en Corrientes y aunque todavía quedan cinco localidades en nivel de alerta, en las últimas horas la bajante permitió el regreso de cientos de evacuados a sus casas.
Pero en la escuela de Frontera hay 64 familias y a muchas no les interesaba ver el partido. Algunas de las mujeres charlaban a la sombra. Otros iban y venían cargando las botellas de agua que trajo el gobierno. Porque si bien el agua de las canillas es potable, decían que conviene no tomarla. Los damnificados en Formosa por la crecida del río Paraguay son 3400.
'Chake jaganata': vamos a ganar
En el primer tiempo del partido había tensión por el supuesto penal: para todos debiera haberse cobrado. Ramón, 21 años y uno de los hijos de Zunilda, hablaba con la certeza del que conoce la injusticia: “El arquero le pateó la cabeza y eso cualquiera lo puede ver, está clarísimo en la repetición. Pero andá a saber qué le pasa por la cabeza al arquero en ese estadio lleno de gente ¿Cómo se dice 'vamos a ganar' en guaraní?: 'Chake jaganata'”.
“En este lugar donde estamos parados el agua llegaba un metro y tardó dos días en desagotarse por completo. Se hizo con las bombas extractoras que se usan siempre, pero no dieron abasto en el momento más fuerte”, dijo a Infojus Noticias Pedro, un vecino de Clorinda que vive a dos cuadras de la plaza principal donde el pueblo se juntó a ver el partido. Hace unos días que los unió el agua. Ayer los unieron los nervios por el gol esperado, el que mientras unas 300 personas gritaban frente a una pantalla -con camisetas, cornetas, vinchas y banderas- nunca llegó para Argentina.
En el barrio El Porteño muchos de los evacuados habían dejado sus casas y sus animales para instalarse en las escuelas y los tinglados, lejos del agua. Pero en el barrio Pilcomayo otras familias no quisieron moverse de su terreno. Junto a la ruta, construyeron casillas con chapas cartón y maderas al lado de la ruta. Los evacuados comentaban que los lagos improvisados por el desborde y las lluvias recién volverían a quedar secos para noviembre. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) informó que la crecida del Paraguay afectó a más de 166 mil bovinos de los departamentos Formosa, Pilcomayo y Laishí. Los animales, al igual que las personas, necesitan de lo seco para sobrevivir. Por eso el peligro de tantas vívoras y ratones: porque salen de sus cuevas, se asustan con la gente, pican y muerden.
Ramón llegó a la escuela para ver el partido. Va todos los días: a comer y a dormir. Y dice que a sus hermanos les gusta Messi. Que a él le gustaría anotarse en la Gendarmería, "porque mi papá fue gendarme". Acá todos saben de las víboras: "Si te pica una ponsoñoza te podés quedar ciego o podés morir. Pero alguien tiene que cuidar la casa y las veinte gallinas que nos quedaron. Uno solo de los cuartos está seco y ahí me quedo a pasar las noches".
Después del alargue, del segundo alargue y de la bronca por el gol alemán, el pueblo seguía firme en la plaza de Clorinda. A pesar de que la Copa quedó en manos de Alemania, tenían dos consuelos: “Si nos hubieran cobrado el penal el resultado era otro. Y además, nuestro juego fue digno: lo dejamos todo en la cancha”, decía María, una doña que comentaba y consolaba a los chiquitos lagrimeantes.
“Lo dejamos todo”, repetía, mientras las motos formaban una caravana, la espuma volaba, las bocinas aturdían y los formoseños agitaban sus camisetas, orgullosos de la Selección.