Los distintos trabajos publicados en INFOJUS NOTICIAS hasta el 9/12/2015 expresan la opinión de sus autores y/o en su caso la de los responsables de INFOJUS NOTICIAS hasta esa fecha. Por ello, el contenido de dichas publicaciones es de exclusiva responsabilidad de aquellos, y no refleja necesariamente la posición de las actuales autoridades del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos respecto de los temas abordados en tales trabajos.

Infojus Noticias

9-1-2014|17:37|Caso Prisila Nacionales
Una historia de maltrato y abandono

Prisila y los gritos del silencio

La música fuerte no alcanzó a tapar los gritos que salían de la casa de Prisila, la nena de 7 años asesinada por su madre y su padrastro. Hacía poco que estaba viviendo allí. Según los vecinos, era golpeada siempre por su madre. La nena no fue inscripta en el Registro de las Personas, no tenía DNI. No tuvo partida de nacimiento, pero si tendrá de defunción.

  • La casa de la esquina de 161 y 49 A en el barrio Las Manzanas, de Hudson. Leo Vaca.
Por: Cecilia Devanna

La música fuerte nunca alcanzó a tapar los gritos que salían de la casa de la esquina de 161 y 49 A en el barrio Las Manzanas, de Hudson. La casa es de material y si estuviera terminada podría haber sido una de las más lindas del barrio. Sin embargo, esta construcción que alquilaban Silvana Lafuente y Pablo Visconti Verón, la madre y el padrastro de Prisila, es un espacio oscuro e intrincado, que transmite una perturbadora sensación de encierro. Tiene un cartel de venta, pero por estos días, tras el crimen de la nena de 7 años, la inmobiliaria prefiere no responder llamadas. Lafuente y Visconti Verón están acusados de homicidio agravado.

Prisila llegó a esa casa hace dos meses. Hasta entonces había vivido con su papá en la localidad de Lanús. Nació poco después de que sus papás se separaran, y cada uno se fuera por su lado, previa “división” de los siete hijos que tenían en común. Silvana se llevó cuatro, Eleno Leguza tres. Cuando supo que Prisila había nacido y Silvana la había dejado en la casa de su madre, en la villa La Iapi, en Bernal, la fue a buscar y se la llevó para criarla.

Silvina no vio a su hija durante poco menos de siete años, confió una fuente de la investigación. Recién en noviembre pasado la visitó. Le pidió dinero a Leguza y cuando él le dijo que no, ella le pidió si se podía llevar a Prisila unos días. Le explicó que quería que compartiera tiempo con ella y con sus otros hijos. Leguza aceptó. Prisila se fue contenta.

En el barrio Las Manzanas las calles son de cemento y veredas de pasto. Hay muchos árboles, pájaros y tranquilidad. Los chicos juegan en las calles y en verano suelen ir a algunas de las casas que tienen pileta, para escaparle al calor. De nada de todo eso disfrutó Prisila. Su mamá la tenía encerrada, no la dejaba hablar con nadie y la golpeaba a diario, según los vecinos. Hasta el viernes último, cuando le dio la última golpiza. A la mañana siguiente, descubrió que la nena estaba muerta y le pidió ayuda a su pareja para deshacerse del cuerpo. Juntos intentaron incinerarla en la parrilla de la casa. Como no pudieron, la metieron en una bolsa de residuos y en un cochecito de bebé, tapada con una frazada, y la llevaron hasta el arroyo “Las Conchillas”, donde la tiraron.

La muerte de un hermanito

Hasta ahí fueron con un hijo preadolescente de ella, y el hijito de dos años que tuvo con Visconti Verón. Juntos también tienen una nena de 4, otra de 3 y un bebé de cuatros meses que murió hace unos meses. Si bien trascendió que se iba investigar las circunstancias de esa muerte, fuentes de la investigación explicaron a Infojus Noticias que “no se va a investigar, porque en el momento en que se produjo la muerte del menor un médico forense realizó una autopsia que demostró que el chiquito se ahogó por tener leche en su tráquea. Está claro que fue un descuido de la madre, pero que no fue intencional”. El día que el bebé se ahogó, Silvana lo llevó enseguida a un hospital.

La denuncia por la desaparición de Prisila la hizo 38 horas después de la última vez que supuestamente la vio. Eso llamó la atención de los investigadores y orientó la investigación al círculo íntimo. Los testimonios de los vecinos reforzaban la teoría: todos hablaban de gritos y violencia. Patricia Argañaraz, que vive en Las Manzanas hace 25 años, contó a Infojus Noticias que ella testificó ante la policía que “el mediodía del 24 de diciembre la vi a Silvana en plena calle pegándole un trompazo con el puño cerrado en la boca a la nena”. Sin embargo, nunca se habrían registrado denuncias por violencia doméstica en la Comisaría de la Mujer de Berazategui.

Otro de los vecinos habló de las amenazas que a diario escuchaba. “Ahí no vivía una familia: eso era un conglomerado de gente”, dijo. En el lugar, junto a Visconti Verón y Lafuente, vivían de forma intermitente nueve personas más, entre los hijos de ella y los que habían tenido juntos.

Los chicos están ahora en la casa de su abuela materna. Algunos ya aportaron su testimonio en la causa. “La mayor de los hijos tiene 17 años y al igual que sus hermanos fue entregada, en primera instancia, a su abuela materna para que se haga cargo. Después se verá cómo sigue el tema, están con asistencia e interviene la justicia civil”, señaló una fuente de la causa.

La familia de Visconti Verón se llamó a silencio. Siempre vivieron en Las Manzanas y fueron quienes se encargaron de pegar dos carteles con la foto de la nena cuando desapareció. Ahora decidieron tomar distancia. El hombre fue exonerado de la Policía Federal, donde trabajaba como bombero. Los familiares de Pablo no atienden el teléfono y están abocados a cuidar y proteger a su madre, que todavía no puede creer que su hijo y su nuera estén acusados de homicidio.

El día después

Ayer Leguza fue hasta la DDI de Quilmes y testificó en la causa. Destrozado, aparentaba mucho más años que los 34 que tiene. “La relación entre el padre y la madre de la nena era pésima, nula. Él, cuando ella no regresó a la nena el día pactado, radicó una denuncia en la justicia de Lomas de Zamora para que la restituyan. Se movió de entrada para recuperarla”, explicó una fuente de la investigación.

Leguza aún no pudo velar ni enterrar a su hija, porque si bien la autopsia se terminó ayer, el cuerpo todavía no pudo ser entregado. “Para que la justicia pueda autorizar la entrega, primero hay que establecer su identidad, porque la nena nunca fue inscripta. Hay que hacer un ADN que establezca la relación de filiación entre Prisila y su mamá. Después se la debe asentar en los registros, como nacida siete años atrás, y por último anotar su deceso. Sino es como si se enterrara a un N.N”.

Prisila nunca fue a la escuela y tampoco fue inscripta en el Registro Nacional de las Personas, o sea que no tenía DNI. No tuvo partida de nacimiento, pero si tendrá de defunción.

Relacionadas