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Infojus Noticias

3-3-2014|11:37|Fotogalería Nacionales
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Naturalezas, muestra en el Centro Cultural Haroldo Conti

“La memoria, un relato con los fragmentos que somos capaces de encontrar”

La fotógrafa María Eugenia Cerutti cuenta una historia familiar sobre las tierras de Luján de Cuyo, Mendoza, donde secuestraron a su abuelo Victorio, desaparecido en la ESMA. Bajo tortura le arrancaron la cesión de esos terrenos y construyeron un barrio que lleva el nombre de dos torturadores.

  • Fotos: María Eugenia Cerutti
Por: María Eugenia Ludueña

En la madrugada del 12 de enero de 1977 un grupo de tareas irrumpió entre los olivares, viñedos y frutales de Luján de Cuyo. Entró por asalto a la Casa Grande de Victorio Cerutti y se lo llevó. Su nieta María Eugenia -entonces tenía tres años-, hacía meses había dejado ese hogar familiar -la casa de nacimiento, la de los primeros pasos y las primeras palabras- para irse a vivir a Buenos Aires con su mamá y sus hermanos. Aunque jamás volvieron a encontrarse personalmente, con el tiempo se supo que el abuelo también fue llevado a la gran ciudad.

La desaparición de Victorio Cerutti forma parte de la megacausa ESMA.

En ese centro clandestino de detención sobre la avenida Libertador Victorio firmó bajo tortura   la cesión de sus terrenos en Mendoza. Allí donde había vivido con sus hijos y nietos, donde mucho antes su padre, recién llegado de Italia, había sembrado y cultivado olivos y frutales, a principios de los 80 se erigió un barrio de chalets y piletas.

Se sabe que el que nomina domina, entonces los usurpadores bautizan el nuevo vecindario con las letras de dos apellidos ilustres en su panteón de torturadores: Wil-Ri. Federico Williams y Hector Ríos, así se hacían llamar en la ESMA los represores Francis William Whamond y Jorge Radice. El 2 de mayo de 1977 la escritura 1288 transfirió las tierras de Victorio Cerutti a Wil-Ri S.A. El domicilio legal del barrio tenía la misma sede que el Partido para la democracia Social que lideraba el por entonces almirante Massera. Las calles se llaman Justicia, Equidad, Caridad, Amistad. Honor.

Cuando se cumplen 30 años del secuestro y la desaparición de Victorio, María Eugenia Cerutti, la nieta, regresa con su hermana a la última morada donde su abuelo fue feliz. A pocos metros de ahí, esa misma madrugada había sido secuestrado Omar, hijo de Victorio, también desaparecido. La Casa Grande, construida en 1880, estuvo a punto de ser demolida pero sigue en pie. Las hermanas Cerutti quieren ver lo que ha quedado de la casona histórica y cómo. Los árboles son los mismos, el agua clara también. Pero María Eugenia es una mujer de 33 años, fotógrafa y madre de una hija chiquita que la acompaña. Dispara.

 

En el otoño de 2011, María Eugenia se toma unos días en su trabajo como reportera gráfica de Clarín y vuelve sola. Apretar el gatillo de la memoria es un trabajo muy diferente a los que ha hecho antes y con los que ha ganado diversos reconocimientos, entre ellos el Premio de la Fundación para un Nuevo periodismo Iberoamericano por un ensayo sobre los vecinos de Ezpeleta afectados por la contaminación.

En sus caminatas por Chacras de Coria trata de reconstruir retazos de lo que tanto escuchó durante toda su infancia. “Encuentro huellas, rastros de aquella vida, evocaciones de aquellas muertes. Y la naturaleza sigue ahí. Testigo de todo lo bueno y lo malo que ocurrió en esa casa, en esas calles. El agua, ansiada y sanadora, corre finalmente. La memoria es un relato hecho con los fragmentos que somos capaces de encontrar”, escribió en Naturalezas, el trabajo con que se presentó al Premio Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti en la categoría fotografía, y por la que obtuvo una mención del jurado. Allí hoy pueden verse sus fotos.  Bajo los mismos árboles añosos del predio de la ESMA, sobre la misma tierra, en la última morada triste del abuelo, Victorio y su nieta se vuelven a encontrar.

Naturalezas se exhibe en el Centro Cultural Haroldo Conti hasta el 16 de marzo.

Av. del Libertador 8151.

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