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Infojus Noticias

1-5-2015|16:37|Incendio Nacionales
Convocaron a una asamblea para el sábado

“La escuela no es indiferente a la pérdida de Rolando y Rodrigo"

Docentes y padres de la escuela a la que concurrían los dos niños que murieron carbonizados en un incendio en un taller textil de Flores, participaron junto a los vecinos de una manifestación en la Plaza Asunción.

  • Mariano Armagno
Por: Juan Manuel Mannarino

“La Escuela no es indiferente a la pérdida irreparable de Rolando y Rodrigo. No fue un accidente, murieron porque eran pobres. Y el principal responsable es el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Estamos tristes pero orgullosos de estar acá, apoyando a la familia”, dijo Juan López, el vocero de los docentes de la Escuela Provincia de La Pampa, a la que asistían Rolando y Rodrigo, los nenes de 7 y 10 años que murieron atrapados por el fuego en un taller textil del barrio porteño de Flores. El menor de ellos estaba en la sala de preescolar, el mayor cursaba quinto grado.

Romper el silencio

En una “manifestación espontánea” –así acordaron llamarla- ayer se reunieron en la esquina de Gaona y Caracas, en la Plaza Asunción los vecinos, padres de los compañeros de los nenes y docentes. Eran más de cien personas las que durante dos horas permanecieron en la plaza donde queda la escuela. Los que llegaban eran invitados por los padres de la cooperadora del colegio a tomar un papel y una lapicera. “Si quieren escribir, háganlo con total libertad. La idea es hacer circular la palabra, romper el silencio. La palabra es la herramienta que más tenemos para expresarnos socialmente y atravesar este inmenso dolor”, decía Laura, una de las anfitrionas, quien enfatizó que el acto fue “autoconvocado”.

“Porque hicimos palabra la tristeza, llenamos de mensaje la reja. Ni un pibe menos”, expresaba un cartel en la entrada de la plaza.  Los familiares de los chicos no participaron de la manifestación. Según comentaban algunos docentes, tras el velorio  decidieron no hablar con la prensa.  “Justicia para nuestros niños”, “Mucha tristeza, mucha impotencia. Hasta cuándo la impunidad? Dos chicos”, decía uno de los carteles.  Otros expresaban: “Si vos no hacés nada, sos  cómplice”, “Control y legalización de los talleres clandestinos, implementación de la ley ¡Basta de Trata!” (firmado por la UB Valle de Obligado), “Macri=Larreta=PRO, porteño hacete cargo”, “Yo soy Rodrigo y Rolando, basta de trabajo esclavo”, “Por los que no tienen voz, la escuela presente!”.

Entre la incertidumbre de “no saber todavía lo que pasó”, como expresó una vecina, y la angustia de “mirar a los compañeros de Rolando y Rodrigo y abrazarlos para seguir adelante”, los manifestantes se alzaban en una sola voz: dejar en claro que, para la comunidad, el hecho no fue un mero accidente. “No queremos que vuelva a ocurrir y sabemos que acá hay miles de talleres clandestinos que nadie controla. Hay encubrimiento de las autoridades para que esta realidad se silencie todos los días. Lamentablemente, tuvo que pasar esto para que salga a la luz una situación de marginalidad y explotación que el barrio no puede tolerar más “, dijo Alberto, de La Cazona de Flores, que convocó a una asamblea el próximo sábado a las seis de la tarde. Y negó el posible hecho de que los niños trabajaran en el taller. “No nos consta eso”, dijo con firmeza.

Bajo el título de “Sacar del gueto a la economía popular y migrante”,  el grupo de vecinos de  organizaciones comunitarias reunidas en La Cazona difundió un comunicado para advertir: no se trata de un problema de “bolivianos/as” sino de “parte de circuitos de producción y consumo que involucran a toda la ciudad y parte de una cadena de valor en la que participan grandes marcas, talleres tercerizados, un empresariado informal y miles de trabajadores y trabajadoras migrantes”.

Solicitaron, además, que no se pida la represión sobre la informalidad. “Hay que frenar los allanamientos policiales, porque la primera reacción es envalentonar a la fuerza pública, que fue cómplice haciendo la vista gorda, a que ejerza el orden. Y la policía aprovecha el momento para dejar a las familias en la calle, sin que se revise su situación social”, explicó Gastón, integrante de La Cazona.

“Esto pudo haberse evitado”

 “Sólo nos queda una certeza: esto pudo haberse evitado. Queremos que nuestros niños sigan jugando y nuestras familias estén en paz”, dijo Nelson, que fue maestro de Rodrigo. Contó que el niño ya había expresado alto ausentismo y “otros conflictos”, pero que ellos, como maestros, se enfrentan a ciertos límites en el ejercicio de la profesión.  Dijo que la mitad de los alumnos son inmigrantes;  la mayoría, bolivianos.  Y que algunos de sus padres trabajan en los talleres clandestinos textiles. “Si nos involucramos, desde arriba nos frenan y nos dicen que no nos metamos. Y cuando charlamos el problema con los directivos y el gabinete psicopedagógico, no encontramos eco en las instituciones de la comunidad para trabajar de forma articulada”, explicó.

Al anochecer, alumnos, padres y docentes se fundieron en un abrazo simbólico. “Por Rodrigo, por Rolando. Para que esto no vuelva a repetirse. Y no nos olvidemos de recuperar sus sonrisas”, gritaron, haciéndose lugar entre las corridas de los niños y  los juegos de la plaza. Más tarde, en la esquina del taller donde murieron los chicos, se celebró una misa y se leyó la carta que el Papa Francisco envió a Gustavo Vera, legislador y presidente de la Fundación La Alameda: “A todos ustedes que están reunidos para orar por Rolando y Rodrigo les hago llegar mi cercanía y los acompaño en el dolor y el sufrimiento. Lo sucedido me causa mucho dolor. Estoy junto a ustedes y pido al Señor nos ayude a que nunca más sucedan estas cosas, fruto de injusticias. Con afectuoso cariño. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide" decía la misiva del Papa Francisco.

MEL

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