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Infojus Noticias

23-4-2015|15:55|Neuquén Nacionales
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El caso conmovió al funcionario

“El castigo penal en los jóvenes agrava la subcultura criminal”

El fiscal Germán Martín fue el encargado de llevar los dos muñecos a los chicos que habían intentado robarlos. Los llevó a una casa donde había ido antes a hacer un allanamiento. “El mensaje de Francisco (el juguetero) fue ‘te tiendo una mano, no puedo convivir con esos juguetes sabiendo que los querías tener en tu casa’”.

Por: Juan Carrá

La historia de Francisco Gallo, el juguetero neuquino que el fin de semana aleccionó con su actitud de perdonar a las dos nenas y al nene que le habían roto la vidriera del comercio para robar, tiene un actor secundario: el fiscal del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil Germán Martín. La causa por el robo en grado de tentativa quedó en sus manos y por pedido de Franciso fue quien llevó dos de los muñecos que decidió regalarles a los menores.  “Es importante entender a los juguetes no como premio, sino como mensaje de responsabilización”, dijo Martín en diálogo con Infojus Noticias y aclaró que si no, se puede leer en la actitud del comerciante “rompen, roban y los premian”. “Eso no es correcto, el mensaje de Francisco fue ‘te tiendo una  mano, no puedo convivir con esos juguetes sabiendo que los querías tener en tu casa’”, remató.

Martín reconoce que el caso lo conmovió al punto de confundirlo. “Estuve muy conmocionado con el tema”, contó y recordó que la casa a la que fue con los muñecos en la mano era la misma que en otra oportunidad había tenido que allanar. “Los allanamientos son situaciones muy violentas”, dijo y volvió a reafirmar que las chicas no tomaron los regalos de Francisco como un premio sino como una muestra de otra oportunidad y a la vez como signo de la responsabilidad que les cabía por lo que habían hecho.

–¿Se sorprendió por la repercusión que tuvo el hecho de la juguetería?

–La verdad que como operador judicial, no entiendo mucho las lógicas de qué van publicando los medios, lo entiendo como una selección medio arbitraria en relación al delito en general y al delito juvenil en particular. Uno nunca sabe cuál es la noticia que tiene que trascender o no. En este caso, coincido con los medios en que era una noticia para que trascienda, repercuta y respalde este tipo de actitudes.

–En esa lectura que hace sobre el tratamiento de los medios a la criminalidad juvenil, ¿siente que hay una estigmatización de la juventud?

–En principio, lo que observo es cierta tendencia u obsesión a darle más visibilidad a lo que pasa con el delito juvenil. No es proporcional la cantidad de líneas y títulos con la cantidad de delitos. No se alcanza a entender del todo esa cosa de que el delito juvenil tiene mayor repercusión. Tal vez sea por una imagen angelada de la niñez o mítica de la infancia. En la mayoría de los casos creo que es porque escandaliza mucho más. Esa selección arbitraria de los medios, que no tiene proporción con lo que realmente sucede, genera una suerte de representación del delito juvenil en el marco del delito general y eso tiende a crear opinión de que son los jóvenes los que más participan en el delito. El fenómeno de la estigmatización es sociológico, un poco más complejo. Lo que creo es que hay una sobrerrepresentación de la noticia respecto a los delitos jóvenes. La participación de los adolescentes en el delito también es menor en relación a las cosas que están haciendo en otros aspectos. Siempre, sobresale lo negativo del adolescente, sobre todo lo delictivo, y no se toma las actitudes positivas de los chicos, que en su mayoría están estudiando.

–¿Cuál es la situación de la criminalidad juvenil en Neuquén?

–Los números provinciales se elevan de la media nacional, lo cual no escapa al delito juvenil. Existe una situación social problemática, pero hay una sobresensación en relación a los medios. El delito juvenil tiene características que lo hacen especial: la visibilidad, su metodología rudimentaria, el botín suele ser menor y se caracteriza por ser un delito físico, en el que la aplicación de la violencia interpersonal es muy habitual. Esto lo convierte en un delito muy visible. Pero además, es un delito que genera identidad, por lo cual los mismos jóvenes se encargan de difundir su actividad en el delito. Tenemos investigaciones hechas en las redes sociales donde hay toda una apología del delito.

–¿Por qué piensa que se da ese fenómeno?

–Tiene que ver con una resolución subjetiva de cuestiones de identidad. El delito hoy es parte de la identidad de un grupo de jóvenes que a veces, en el proceso de definición de la madurez en la adolescencia la identidad es muy importante, ya sea política, de tribu. La identidad del delito puede ser tomada como una “solución” para dificultades de identidad que son casi existenciales. La identidad del delito te está dando una estética, una música, un circuito social, enemigos, te resuelve muchas cosas. Creo que esto es una situación transitoria, la mayoría de los adolescentes que interviene en la subcultura del delito a medida que pasan los años la van dejando.

–¿Cuáles son las formas más efectivas para alejar a los menores del delito?

–Desde el punto de vista social, el mensaje de Francisco (el juguetero) es el que tendríamos que tener todos. Comprensión, solidaridad y sobre todo humanización. En términos sociales, cambiaria mucho si los ciudadanos tendiéramos una mano. La fragmentación social, el egoísmo, el consumismo y el consumo de estupefacientes que estamos viviendo,  repercuten fuertemente en el delito. Por lo cual si podemos bajar esos niveles, e incorporar valores de solidaridad, compañerismo, inclusión e integración social, en términos de mensaje sería muy positivo.

–¿Y en términos Institucionales?

–En términos institucionales, creo que la herramienta penal, especializada, es muy buena para los 16 y 17 años. Es una herramienta muy compleja, en la que se privilegia el proceso, lo simbólico; el límite penal como algo verdaderamente importante y se pone en un segundo plano el castigo penal, que –estamos casi convencidos– en Neuquén, agrava la problemática, porque lo que hace es fortalecer la subcultura criminal. Por debajo de esa edad es importante renunciar a la punibilidad, pero no renunciar al abordaje en términos de responsabilidad. El hecho delictivo en la vida de una persona es algo, no puede ser intrascendente y el mensaje para los chicos de 14, 15 años que comenten delitos graven tampoco debería ser un mensaje de impunidad. En esa franja hay que pensar herramientas de conciliación y mediación que busquen responsabilizar  los actos de cada uno y que inviten a dimensionar al peligro que se exponen, porque otra de las características del delito juvenil es que esa transitoriedad no solo se da por propia voluntad sino por la baja expectativa de vida hay tienen esos jóvenes cuando ingresan al delito.

JC/PW

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