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Infojus Noticias

15-9-2015|16:57|Pilar Nacionales
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Para el fiscal, mataron a los padres para quedarse con el predio donde vivían

Doble crimen: analizan si los huesos hallados son de las víctimas

Los encontró la policía dentro de unas bolsas en un descampado ubicado a menos de un kilómetro de la casa donde vivían Ricardo Klein, y su mujer Miriam Kowalczuk, a raíz de la declaración de un chatarrero ante el fiscal. Dijo que lo contrataron para que se llevara desechos de la casa donde vivían la pareja y los hermanastros detenidos por el doble crimen.

  • Fotos: Charo Larisgoitia.
Por: Juan Carrá

Entre los vecinos de la familia  Klein se repite la misma frase: “De la puerta para adentro cada casa es un mundo”.  Es que todos los que conocían a Ricardo Klein (52) y Miriam Kowalzuck (50) todavía están sorprendidos por lo que pasó. Y sobre todo por cómo pasó: ninguno acredita que Leandro Acosta (25) y Karen Klein (22) sean los sospechosos de haber asesinado a sus padres. Mientras el barrio trata de salir del estupor, la justicia investiga si los restos óseos hallados ayer en un descampado de la zona pertenecen al hombre asesinado.

La casa de Sarratea 2726, en Manuel Alberti, en la periferia de Pilar todavía tiene custodia policial. Un patrullero de la Bonaerense está estacionado de culata en la trotadora. Así permanecerá hasta mañana cuando la Justicia decida entregarla la propiedad a los familiares de las víctimas. Mientras, la calle de tierra que casi nunca tiene tránsito, recibe todas las mañanas los móviles de los canales de  televisión. Apostada en la vereda de enfrente, la guardia periodística espera que alguien diga algo. Pero ya nadie quiere hablar mucho del tema.

Marcelo tiene una vidriería en la esquina de la escena del crimen. Hace 20 años que está en el barrio. La semana pasada esperaba ver a Ricardo Klein como cada semana, pero no apareció. “Me llamó la atención no verlo, siempre pasaba por acá, charlábamos y se llevaba los vidrios”, cuenta a Infojus Noticias mientras señala un tacho lleno de vidrios: “Ahí quedaron, eran para él”.

16 bolsas con huesos en un descampado

Un amigo de Marcelo, el sábado pasado, vio que en la casa estacionaba una camioneta roja y blanca de un chatarrero que cargaba varias bolsas. El hombre cree haber visto al principal imputado en la puerta de la casa mientras subían los bultos. “Miraba para todos lados, como intranquilo”, contó. Esa misma información se difundió por los medios y llegó a oídos del chatarrero que decidió presentarse ante el fiscal. Entonces contó que lo habían contratado para llevarse desechos de la casa de Sarratea. Los cargó en la camioneta y los llevó hasta un descampado en Padre Roqueta y Batalla de San Nicolás, a más o menos un kilómetro de la casa.

En ese descampado, dicen los vecinos de la zona, el olor a basura y a pasto quemado es una constante. “Todos vienen a tirar acá lo que no les sirve, y lo prenden fuego”, contó una mujer que vive en una de las últimas casas antes de que el trazado semiurbano se desvanezca en un yuyal. Ahí, la policía encontró ayer 16 bolsas con huesos. Si bien a primera vista parecerían humanos, los peritajes todavía no determinaron si se trata o no del cuerpo de Klein.

El fiscal general de San Isidro, Eduardo Vaiani, a cargo de la investigación y peritos en rastros de la Policía Científica trabajaron anoche durante ocho horas en las distintas edificaciones de la casa de Sarratea. Las pruebas de luminol permitieron reconstruir parte de la escena del crimen que había sido alterada. También se encontraron manchas de sangre sin lavar. Estos rastros serían compatibles con el relato que Karen Klein diera ante el fiscal en su indagatoria. Según la declaración, Acosta fue el autor de los dos asesinatos y ella solo limpió los rastros, pero bajo amenazas.

"Lo tienen que haber agarrado dormido"

Otro elemento que aportó la declaración de la chica fue que, el 2 de septiembre, Acosta sorprendió a Klein -el padre de la joven- mientras dormía y le disparó. Después se encargó de su propia madre que recién llegaba a la casa después de dejar a los mellizos de 11 años en la escuela. A ella la mató en el pasillo de la casa.

Para Darío, amigo de Klein, que el crimen haya sido mientras dormía tiene lógica. “Nosotros le decíamos ´El Grandote´”, cuenta mientras señala una puerta de reja y dice que Klein era más alto que la puerta. También hace gestos como para explicar que las manos de su amigo eran grandotas. Manos de albañil.

A eso se dedicaba Klein. A eso y a juntar chatarra. “Le gustaba estar suelto, no tener patrón”, contó Darío que por su trabajo como electricista pudo compartir jornadas de trabajo con “El Grandote”. “Era un tipazo, con un carácter muy duro, pero buen tipo”; dice y se ríe mientras se acuerda de aquella vez en la que en un baile un pibe le tiró una jarra de vino encima y lo acostó de una cachetada. “Por eso te digo, lo tienen que haber agarrado dormido”, dijo.

La hipótesis del fiscal

Según publicó la agencia Télam, la hipótesis del fiscal general de San Isidro Vaiani -quien está subrogando la Unidad Funcional de Instrucción Especializada en Delitos Conexos de ese Departamento Judicial-, es que la pareja homicida asesinó a sus padres para quedarse con todas las propiedades del predio. Es que en la parte delantera del terreno de Sarratea hay una casa que tiene en una construcción hecha por Klein en la terraza. Al fondo, otra vivienda, más chica. Los investigadores explicaron a Télam que hasta hace poco, los imputados vivían en la plata baja de la edificación del frente y Klein los obligó a mudarse al fondo con ellos para poder alquilar. “Klein les estaba construyendo la planta superior de la edificación del frente para que Acosta y su hija vivieran allí pero evidentemente la pareja se quiso quedar con todo”, dijo a Télam uno de los investigadores.

Ahora, en la casa ya no vive nadie. Dos perros se asoman por la reja. La camioneta de Klein esta estacionada . Las ventanas cerradas. Ropa seca en la soga. Y en la planta alta las luces todavía encendidas.

JC/LC

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