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Infojus Noticias

13-9-2015|10:17|Derechos Humanos Nacionales
“Operación fracaso y el sonido recobrado”, hasta el 23 de noviembre en el Parque de la Memoria

Albertina Carri recobra los sonidos de la ausencia en una muestra

Un despliegue de cinco instalaciones retoma las reflexiones de la cineasta sobre cómo se construye el recuerdo cuando se es víctima de terrorismo de Estado. Allí visita a sus padres desaparecidos a partir de sus investigaciones y cartas enviadas desde la cárcel y ensaya respuestas sobre los vínculos entre pasado y presente, en lo que resulta también un gran homenaje al cine.

  • Fotos: Mariano Armagno
Por: Ana Fornaro

Hace unos años, Albertina Carri recuperó el sonido del secuestro de sus padres. El 24 de febrero de 1977 ella volvía a su casa con su hermana del medio cuando los militares irrumpieron y se llevaron al sociólogo Roberto Carri y la profesora de literatura Ana María Caruso, que militaban en Montoneros. También se llevaron a las tres niñas, que dejaron con sus abuelos. En el medio hubo tironeo, forcejeo, gritos, disparos y muchísimo miedo. A Roberto y a Ana María no los volvieron a ver. Aún continúan desaparecidos y todavía no se han juzgado a los responsables por sus crímenes. Albertina tenía cuatro años y se pasó toda su vida conviviendo con imágenes fragmentadas de ese momento: su hermana que mordió a un militar y salió corriendo, cuando entran en la casa, cuando las vuelven a agarrar a ellas y las meten en el auto. Las botas, la luz, los autos y la velocidad formaban cuadros silenciosos hasta que un buen día Albertina, nombrada así por el personaje de Marcel Proust, recordó el sonido de la escena y con él, ese tiempo que se había perdido.

La cineasta, que ahora es mayor que sus dos padres al momento del secuestro, y que es madre de un hijo de seis años, cuenta esa experiencia casi epifánica mientras recorre su muestra “Operación fracaso y el sonido recobrado”, una instalación sobre la relación del pasado con el presente, los ríos de la memoria y el cine, donde vuelve a indagar en su historia, doce años después del estreno de Los rubios, la película que marcó una inflexión en los relatos sobre las víctimas de terrorismo de Estado y sus formas de representación. Como la Rayuela de Cortázar o los móviles de Calder esta obra admite varios recorridos y sentidos, que el espectador podrá seguir según el orden indicado, o como se le antoje.

“Yo quería romper con el espectador pasivo, de la misma manera que en Los rubios necesité un relato fragmentado y sumar una batería de herramientas y recursos para contar esa historia. Me gusta la posibilidad de una soltura y que la emoción circule a su manera. Antes de empezar a hacer las obras hace dos años, escribí muchísimo e incluso leí esos textos en algunas conferencias. Y en algún momento me decían por qué no convertía eso ni en un libro o en una película. Y para mí no era eso. Era todo este despliegue de luces y sombras cruzándose en todas las salas, las voces que se superponen. Y toda esta cantidad de información. Porque lo que hay acá es una cantidad de información tremenda”, dice Carri a Infojus Noticias, parada en la sala principal de la Sala PAyS del Parque de la Memoria de espaldas a una pared blanca enorme con una inscripción de la palabra ´presente´ que lo ocupa todo. Esa es la primera información que recibe el espectador al entrar.

“Esa palabra para mí es, por un lado por ´presencia´, en cómo se utiliza cuando se menciona a los desparecidos pero también me sirve para hablar sobre el tiempo presente. Un presente colectivo donde hay políticas de Estado de derechos humanos y un presente propio, íntimo”.

Modos de empleo

Para los espectadores ordenados, el circuito empieza por el padre y termina con la madre. En el medio, en el fondo, o envolviéndolo todo: el cine. En “Investigación del cuatrerismo” se proyectan 60 minutos de imágenes de películas de los años ’40 en cinco pantallas y Albertina – mediatiza con la voz de la actriz Elisa Carricajo- cuenta cómo en un momento decidió viajar a Chaco para seguir la investigación que había hecho su padre sobre el cuatrerismo en su libro Isidro Velázquez. Formas revolucionarias de la violencia. De ahí toma el nombre de “Operación fracaso”: “Porque el operativo que hicieron para atrapar Isidro Velázquez con 800 policías, el disparador del libro de mi padre, fue un operativo monstruoso y estos dos bandidos con muy pocas herramientas pudieron escapar. Lo hicieron fracasar porque tenían el apoyo del pueblo. Sobre Isidro además está la película desaparecida del cineasta desaparecido Pablo Szir. Traerlo de vuelta, todo ejercicio de memoria en realidad, es una manera de hacer fracasar un plan sistemática de desaparición forzada”, dice Carri.

Luego de la sala oscura se pasa a “Cine puro”, una instalación que cuenta con una estructura enorme hecha de rollos de películas a modo de esqueleto, adentro, proyectado en la pared timelapse de  hongos, lo único vivo que quedó de todo ese material de descarte.

Al salir de esa sala se vuelve al "presente" de la sala principal, donde en dos esquinas aparecen reunidas distintos proyectores antiguos que ruedan sin película: no hay imágenes, sólo sonido. Por un lado está “Allegro”, con nueve aparatos que suenan en una sinfonía metálica compuesta por Carri y más adelante nos topamos con “A piacere”: esta vez son siete las máquinas que se activan con sensores de acuerdo al desplazamiento del espectador. Así, cada uno puede escuchar su propia música.

“Yo claramente tengo una relación afectiva con el sonido de los proyectores. Pero además de eso, me gusta lo de la maquinaria expuesta sin película que proyectar. Es una proyección de la ausencia pero las máquinas siguen funcionando: vamos a seguir haciendo memoria. Además ver las máquinas me conmueve. Ver todos los esqueletitos me encanta.  Es una forma de situarse en el tiempo, de cómo se hacía cine antes.  Acá vienen niños con las escuelas y quiero que vean esto, lo de antes.  Me pasa a mí cuando le trato de explicar a mi hijo como eran las fotos en papel.  Y a veces como que no hay modo de entenderlo porque viven en la pantalla. Está bueno contarles que las cosas se hacían de este modo”.

El final fue el punto de partida

La última posta es la más fuerte, la que desarma,  y el disparador de esta muestra: “Punto impropio”. Allí, las cartas que su madre Ana María les enviaba a sus hijas desde la cárcel toman cuerpo gracias a la lectura que hace la propia Albertina. En el piso hay una proyección de las cartas vistas a través de un microscopio que parecen un planeta, sobre la proyección está inscripto el nombre de su madre. Para esta parte de la muestra, Albertina estuvo dirigida por Analía Couceyro, la actriz que es su doble en Los rubios. Entre lectura y lectura se cuelan pasajes de texto de la película. “Al recobrar el sonido del secuestro empecé a recobrar recuerdos con mi madre. Y a partir de eso hice ese juego proustiano porque para mí el sonido recobrado es el encuentro con mi madre, desde otro lugar. La lectura que hago, marcando verbalmente la puntuación es una forma de objetivizar la carta;  porque es un objeto. Todo es muy fuerte con las cartas. No sólo escucharme leyéndolas.  La puse como final porque después de esta experiencia tan emocional es difícil volver a lo otro. Poder pensar”.

Poder pensar es una obsesión de Carri a la hora de meterse con  la memoria, de elegir formas de representación para una temática que está tan empapada de emoción y de formatos rígidos que pueden vaciarla de sentido. Por eso en Los rubios fue por la ruptura, por el fragmento, por la experimentación con otros géneros, sacudiendo al espectador y poniendo en jaque los lugares comunes. Esta muestra, dice Carri, nace también de la necesidad de responder las preguntas que le siguen haciendo sobre esa película. Dialoga con ella, pero desde el espacio que da el paso del tiempo.  

“El otro día hablando con un amigo que me decía que Los rubios  es ´no quiero´  y que esta muestra es ´quiero´. Como una operación inversa.  Y en un punto es bastante real porque yo a Los rubios la construí desde el no. Desde lo que no quería hacer. No quería un documental de cabezas parlantes, no quería determinada emocionalidad a la que se venía apelando. Y la verdad es que es que esta muestra la construí a partir del ´quiero´. Me pregunté qué quiero encontrar de mi madre, de mi padre, y por lo tanto mostrarlo. Y también qué quiero mostrar del cine, que para mí es una parte vital.”

AF/RA

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