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Infojus Noticias

12-9-2015|13:30|Aniversario Nacionales
El crimen que inauguró las marchas del silencio

25 años sin María Soledad: “Lo de mi hija fue un femicidio”

María Soledad Morales la mataron tres días antes de su cumpleaños número 18: hoy es su cumpleaños y hubiera cumplido 43 años. Ada Morales habló con Infojus Noticias en la semana en la que se cumplieron 25 años del crimen. “Veo a mis otras hijas representando los sueños de Sole. Ella quería ser mamá, soñaba con ser maestra jardinera pero manos asesinas la mataron sin piedad”, dijo.

  • Foto: Infojus Noticias.
Por: María Florencia Alcaraz

Mientras Ada Rizzardo de Morales lavaba los guardapolvos de sus hijas en Valle Viejo, Catamarca, escuchó una voz que la llamaba “mami, mami”. Creyó que era Solita, su hija de 17 años que se había ido la noche anterior a un baile para juntar fondos para el viaje de egresada. Cuando fue a ver no había nadie. Ada pensó: “A Sole le pasó algo”. No se equivocó. Esa tarde del 8 de septiembre de 1990 su hija agonizaba al costado de la ruta en una zona conocida como Parque Daza, a dos kilómetros de la casa donde Ada lavaba la ropa. A María Soledad Morales la mataron tres días antes de que llegara a los 18, hace 25 años. Hoy cumpliría 43 años.

“Lo de mi hija fue en femicidio cuando todavía no se hablaba de femicidio”, dice a Infojus Noticias Ada desde la misma casa en la que crio a María Soledad y a sus seis hermanos. A los 67 años, ya tiene seis nietos que le preguntan quién fue su tía. “Veo a mis otras hijas representando los sueños de Sole. Ella quería ser mamá, soñaba con ser maestra jardinera pero manos asesinas la mataron sin piedad. Quería ser alguien en la vida”, cuenta la mujer que empujó a la Justicia en la búsqueda de la verdad sobre el crimen de su hija.

A 25 años del crimen, Ada elige el tiempo presente cuando habla de su hija y su voz se quiebra: “Ella tiene sobrinos ahora”. A pesar de los problemas de salud, hizo un esfuerzo y el último 3 de junio encabezó la marcha que se hizo en Catamarca para decir “Basta de femicidios”, junto a otros familiares de víctimas. “Fue muy emocionante. Los acompañó en el dolor, porque el sufrimiento que es para siempre”, dijo.

Al cuerpo de María Soledad lo encontraron trabajadores de Vialidad la mañana del 10 de septiembre de 1990. Estaba tapado con ramas y piedras. Tenía las marcas de las violencias más extrema: le habían roto la mandíbula a golpes, quemado con cigarrillos, desfigurado el rostro, arrancado el cuero cabelludo, cortado las orejas, vaciado un ojo y aplastado el cráneo. Su padre la reconoció en la morgue por una pequeña cicatriz en la muñeca. Los informes médicos aseguraron que la joven había sido violada y asesinada 48 horas antes del hallazgo.

El femicidio de María Soledad salió a la luz en tiempos en los que los crímenes contra las mujeres aún eran tratados como casos aislados. Las violencias que imprimían los varones sobre sus cuerpos aún no eran enmarcadas en el cuadro de la violencia machista. Sin embargo, la indignación que provocó su muerte en la mansa comunidad catamarqueña hizo que quedara en evidencia el entramado de poder político y corporación policial y judicial que intentaba encubrir el asesinato que involucraba a los “hijos del poder”. Todo apuntaba a la responsabilidad de Guillermo Luque, hijo del diputado nacional Ángel Luque, Pablo y Diego Jalil , que eran sobrinos del intendente José Jalil y Miguel Angel Ferreyra, hijo del jefe de Policía provincial. Eran amigos de Luis Tula, el joven del que María Soledad se había enamorado.

Los familiares y docentes de la escuela en la que iba María Soledad se encolumnaron, al menos, 50 veces en las “marchas del silencio”. Caminaban desde el Colegio del Carmen a la Plaza 25 de Mayo, frente a la Catedral sin decir una sola palabra. Llegaron a ser 30.000 personas. Mientras tanto, la foto de la chica de vestido sonriendo y la mano apoyada, con timidez, en la cintura se multiplicaba en las páginas de los diarios y los medios viajaban hasta Catamarca para contar el trasfondo del asesinato. La repercusión mediática tuvo consecuencias en el tablero político, entre ellas la renuncia del entonces gobernador Ramón Saadi.

Cuando la gente salió a las calles

La monja Martha Pelloni, la directora del colegio al que iba María Soledad, fue la cara visible de esas movilizaciones. Para ella, las marchas del silencio fueron “el puntapié inicial” de lo que este año simbolizó el 3 de junio y el grito colectivo de Ni una menos. “La gente no dio más y salió a la calle, aprendió que podía salir a la calle. Para la sociedad de Catamarca fue reclamar la impunidad e injusticia de muchos años que no tenían respuesta judicial y denunciar, también, al gobierno feudal de los Saadi”, dijo Pelloni a Infojus Noticias, desde Corrientes, donde representa a la organización Infancia Robada. Desde entonces acompaña a distintas víctimas y familiares de violencia familiar, machista y también casos de tratas sexual.

En el Poder Judicial, el caso tuvo su correlato en el trabajo de siete jueces de instrucción y dos juicios orales. En 1996, los jueces Alejandro Ortiz Iramaín, Juan Carlos Sampayo y Alejandra Martínez Azar dieron inicio al debate oral que tuvo a Luque  y a Tula, acusados por el crimen con diferentes grados de participación. Las audiencias tuvieron que ser suspendidas cuando las cámaras de televisión, que transmitían en vivo para todo el país las audiencias, dejaron registradas escenas de fraude.

Otro tribunal compuesto por Santiago Olmedo de Arzuaga, Jorge Alvarez Morales y Edgardo Álvarez retomó el debate al año siguiente. El 27 de febrero de 1998 Luque fue condenado a 21 años de prisión y Tula a 9 años por "violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes". Tula cumplió la totalidad de la condena, mientras que Luque, actualmente de 49 años, pasó en prisión 14 años y al cumplir dos tercios de la pena obtuvo la libertad condicional por buen comportamiento durante la detención. El resto de los hombres que estuvieron implicados en el asesinato no fueron investigados.

Hoy en el lugar donde fue hallado el cuerpo está el monolito que recuerda el crimen. Los estudiantes le dejan útiles escolares y le piden a María Soledad que les vaya bien en los exámenes. La semana pasada, cuando se cumplieron 25 años del crimen, se colocó una placa en la puerta del Colegio del Carmen, en la esquina de Junín y San Martín, para recordar a los “marchantes” en la que hablaron Pelloni y quienes habían sido compañeras de curso de la joven asesinada. También se hizo una misa por María Soledad. El lunes habrá otro acto. Ese día fue la primera marcha del silencio.

MFA/RA

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